Por la mañana me despertaré
y un beso te daré.
Aunque ya no estés.
Que debes levantarte, te diré
porque se te hace tarde.
Aunque ya no estés.
Camino al trabajo saldré
esperando pronto volver.
Y soñaré de regreso que te veré.
Aunque ya no estés.


Necesito del aire tibio que reconforta,
necesito ocultar estas torpes lágrimas
pues el dolor en el alma no perdona.
Y necesito de la mentiras descaradas
pues el dolor quema como el fuego
que arde destructor a llamaradas.


Déjame con este dulce sueño,
que agranda mi pequeño corazón,
que ablanda el pecho petrificado,
que pausa la alocada respiración,
y desata el duro nudo complicado.
de verme solo, triste y abandonado.


Déjame descansar sobre tu pecho,
al compás del sonido de sus latidos.
adormecerme arrullado en el lecho.
Déjame seguir como enredadera aferrado
al muro de tu suave cuerpo contorneado.
Déjame despertar adormecido abrazado
a los coloridos recuerdos del pasado.
Déjame besar tus labios a ojos cerrados
en el aire delicado hermosamente dibujados
¡Déjame! ¡Déjame! ¡No me dejes!