El Pollito. (Cuento)

Hay historias que son historias,
Se cuentan solas y a veces,
Son reales y duelen…
Así de real era el pollito.

Don Arnulfo era un hombre ya mayor, él era de aquellas personas que son mil usos, son artífices de todo, son electricistas, son plomeros, son constructores, son mecánicos y barren y lavan platos. Así era Don Arnulfo, un hombre tesonero y trabajador.

Cuando yo lo conocí fue porque tenía unos problemas en la tubería de mi casa, alguien me hablo de él y lo contacté, llegó con su bolsa de herramientas y un pequeño niño lo acompañaba, tendría el niño si mucho unos cuatro o cinco añitos, educado y muy retraído.

Conversamos sobre mi problema y se lo expliqué lo mejor que pude, el hombre se puso a trabajar y el pequeño niño parecía no saber qué hacer, me dio tanta ternura verlo que no pude resistir el deseo de acariciarlo y hacerle unos mimitos, le prepare una tacita de leche y un pedacito de pastel de queso que devoro con alegría.

Don Arnulfo paso tres días rompiendo partes del piso y haciendo hoyos en las paredes, al cabo de esos tres días logro ubicar el problema, el niño que lo acompañaba siempre, se había acostumbrado a mis cariñitos y mis hijos celosos de ver como lo mimaba lo apodaron “El pollito” y así lo recordare siempre, pues nos empezamos a referir a él como el pollito cada vez que llegaba con Don Arnulfo.

Al final de la semana se marcharon y no volvería a ver al pollito hasta pasados nueve años después. Que pequeño es el mundo y que cruel es la vida con algunos seres humanos. Yo soy educadora y me dedico a la docencia. Trabajo para una institución educativa y coordino la educación de adultos, cuando me hablaron de un servicio social para evaluar a un adolecente con problemas nunca pensé que iba a verlo de nuevo, lo vi y se me vino a la mente aquel chiquillo que conocí muy niño.

El problema era que aquel chico creció sin identidad, nunca le pusieron un nombre, la mamá, un día lo abandono a la buena de dios y sin decir agua va lo dejo viviendo en la casa de don Arnulfo, pues la esposa de él era medio pariente de la mamá de el pollito, cuando conversé con el pollito me contó toda su historia y ahí me di cuenta de cuanto dolor causamos los humanos con irresponsabilidad por traer al mundo a seres inocentes.

Llegó a la evaluación puntual, llego acompañado de una pariente que fue la que me refresco la mente con respecto a la situación del muchacho… aún me sigo refiriendo a él como “El pollito” aún sigue sin nombre, sin identidad y en una lucha desigual contra el sistema, un sistema cruel que solo piensa en recluirlo en un lugar para niños abandonados y que se convierta en delincuente. Hoy mi lucha es ayudarlo y que salga con bien de esta situación… ¿Verdad Pollito?