El camino, la senda que sigue el  destino de aquellos que están perdidos, confundidos, encerrados dentro de un laberinto con carteles de salida sin sentido.

Ellos marchan, uno tras otro, detrás de elecciones e ideas, imaginadas por otros, ejecutadas por ellos con la esperanza de hallar algo que perdieron hace tiempo, que recrean y sienten a cada paso solitario. Solo ven lo que fue, añoran lo que pudo ser, sin observar lo que es, ciegos del hoy, imaginan un mañana imposible.

Estoy en el camino, perdido, confundido enredado, es difícil y penoso. Aquí hasta los sentimientos te engañan y confunden, la piedad se viste de interés, nos miente una caricia y nos anima una sonrisa obligada.

Es un laberinto con salida etérea y honerosa que se nos presenta en repetidas ocaciones conforme avanzamos, esta puerta, este imposible, que tarde o temprano nos encuentra, exige de peaje, la entrega de tesoros del corazón, sueños, futuros imaginados que ya no serán, exige la rendición incondicional de los recuerdos vividos y la entrega total de sentimientos que ya no tienen sentido.

Camino de laberintos, interminables o no, eso depende del caminante de ocasión, habra quienes ni siquiera lo comienzan y otros que pasarán mucho tiempo en el, pero todos, a su tiempo, lo abandonan, pagando el precio por el cual obtienen un lienzo en blanco, un pincel y algo de tinta, para comenzar a reescribir sueños, imaginar futuros y plasmar nuevos recuerdos.