“Azul intenso,
verde esmeralda
el mar fluctúa ante mis ojos
mi alma canta.”
Ya no son tus pisadas y las mías
dejando juntas sus huellas
en las bruñidas arenas.
Nunca más mágicos atardeceres,
noches de plenilunio invitando al beso,
ni amaneceres gloriosos,
en este mar de prismáticos colores
que hoy lame en inútil consuelo
mis pies solitarios.
Desde los acantilados,
en clara polifonía con mi penar,
el canto errático de las aves
se hace eco
sobre la crespa superficie de las aguas,
mientras la música que emana del paisaje,
otrora nuestro concierto más preciado,
se transforma en réquiem doloroso
de un amor que se desangró sin remedio.
Mi alma ya no canta,
tu ausencia ahogó mis versos de amor
en el instante en que se alargó
tu figura en la distancia,
cuando tu alma emigró,
cargando sobre sus espaldas una bolsa
de utopías no cumplidas,
abandonando nuestro mar,
ignorando la súplica del coral,
el lamento de las caracolas,
perdiéndose fatalmente en el ayer.
“Azul intenso,
verde esmeralda
el mar me envuelve entre sus brazos
mi alma calla”.
María Magdalena Gabetta
Gracias Yvette por tu indicación, la aproveché y creo que mejora el poema.
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