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Me mandaron a matarte, como si fueras cualquier bicho que se mata sin remordimiento, porque envenena el ambiente. Me mandaron la pistola y seis balas, eran ordenes de los altos mandos, como si tu vida les perteneciera, tu familia ya había pagado el dinero por dejarte libre después de tres años de secuestro en la selva de Colombia. Pero cómo iba a matarte, si eras una hermosa criatura que no había hecho nada malo ni a mi ni a nadie. Lo más grave era que tenía que matarte pronto. Estabas escribiendo un diario en tu cautiverio, la última vez que hablamos dijiste que ya casi lo terminabas y que si salías viva de este infierno lo editarías para que la gente sepa como es la guerra. Yo iba a leer ese libro, de seguro que me nombras, tal vez sea el personaje principal, el malo de la historia, o simplemente una persona desgraciada, que se metió en este cuento sin medir consecuencias. Si quieren reivindicar al pueblo, esa no es la forma, matando inocentes, deberían secuestrar a esos ladrones de la política, esos son los culpables de todo este caos. En fin, si me pongo a hablar de la maldita guerra, no terminaría y ahora tiempo es lo que necesito para sacarte de este infierno.

Tuve que despertarla temprano, luego le dije que nos íbamos de ese lugar, ella de inmediato me preguntó que para dónde?

- Hacia la libertad, le dije

Me miró con incredulidad, luego me contestó:

- Es decir que vas a arriesgar tu vida por mi, si nos descubren nos mataran a los dos, no te da miedo?

- Más miedo me da quedarme aquí, no me perdonaría que te llegara a pasar algo, no me perdonaría que pudiendo hacer algo por ti no lo hiciera por físico miedo.

Sus ojos le brillaron, era un brillo que nunca vi en todo el tiempo de cautiverio, no era para menos, nos íbamos a jugar la vida por la libertad, hermosa forma de jugarse la vida. Antes que los guerrilleros de ese frente llegaran, nos dimos a la fuga. Le quité las cadenas y las eché al río. Nos agarramos de la mano y empezamos el camino de la libertad. Yo conocía la selva como la palma de mi mano, eso era de gran ayuda en esas circunstancias. Llegó la noche y con la noche los peligros, pues había muchas serpientes, de esas que al morder matan en pocos minutos a quien ha tenido la desgracia de ser mordido. Improvisé una cama para ella, era tanto el cansancio que no tardó en dormirse. Yo seguí alerta, ya debieron darse cuenta que me escapé con ella, ojalá que los paracos estén cerca y los enfrenten, eso nos dará tiempo para huir sin mayores sobresaltos. Su descanso no era normal, yo diría que estaba en una gran pesadilla, se convulsionaba en el lecho de hojas secas. La tuve que despertar y luego me contó la pesadilla.

- Pensé que no iba a despertar jamás de esa terrible pesadilla, me dijo.

La miré con mucho amor y luego le dije que me contará todo lo que había visto en esa terrible pesadilla.

Empezó a narrar, como la pesadilla estaba fresca me contó al detalle todo aquello que la horrorizó. Dijo que en la pesadilla yo le cortaba las manos y las llevaba como prueba ante mis jefes, ellos me daban un ascenso por no temblarme las manos ni el alma en esa misión, que primero le disparé y luego con una hacha le cortaba las manos, pero que ella no moría al instante, sino después de muchas horas y que su cuerpo era devorado por los animales salvajes que sólo dejaron sus huesos. Fue una muerte lenta, que le pedía a Dios morir pronto, le rogó por el milagro, pero que Dios ni la escuchó siquiera o no tenía el poder que todos le atribuyen, que no hace milagros, de hacerlos ya habría parado este caos.

Antes que siguiera contándome la pesadilla le dije:

- Tú aún crees en Dios o el cautiverio mató toda tu fe, ahora en quién crees?

Hubo un silencio como de unos cinco minutos, después me respondió.

- Ahora no creo ni en dioses ni en humanos, igual los dos mienten y son incapaces de ordenar este caos, antes lo provocan terminó diciendo.

Ahí podíamos quedarnos hablando durante horas, pero teníamos que proseguir la marcha, el enemigo podría estar cerca y eso significaría la muerte. Le dí unas frutas que había cogido en el camino, al menos teníamos la fortuna de encontrar algo que comer, de no ser así estaríamos perdidos, además de perseguidos hambrientos, ahí si sería el fin sin lugar a dudas.

Nos sorprendió otra noche, en esa oportunidad dormimos abrazados, pues ya nos teníamos confianza, habíamos perdido los temores, algo hermoso empezábamos a sentir en nuestros corazones. Y es que solo el amor nos salva de la guerra, cuando hablo de amor quiero significar no solo la parte afectiva, sexual, sino también el respeto que debe existir entre todos los seres humanos, eso implica respetar lo ajeno, ser humanos en el sentido pleno de la palabra. Pero que respeto va haber en estas sociedades si hasta esos ancianos cínicos roban y se creen redentores. Si de mi dependiera mandaría a fusilar a todos esos viejitos canallas, esa sería la única manera de que no sigan mintiendo y robando.

A las cinco de la mañana me desperté, la desperté a ella, comimos frutas y reanudamos de nuevo el camino. al medio día nos bañamos en una pequeña quebrada que encontramos rumbo a la libertad. Yo le dije que se bañara de primera, que yo le daría la espalda para no verla, ante lo cual ella me dijo:

- En estas circunstancias que más da que me veas desnuda o con ropa, has lo quieras.

La vi desnudarse, se quitó primero la chaqueta, luego la blusa y después el brazier, enseguida se quitó el pantalón, un blue jean desteñido por el tiempo, por fin las botas y las medias, no llevaba calzones, en la selva para qué diablos los calzones. Luego se metió al agua y dejó que el agua la acariciara, le tiré un pedazo de jabón de ropa y lo deslizó por todo su cuerpo, en ese momento me acordé de uno de mis amigos del colegio quien solía decir a las chicas de nuestro curso, "yo quisiera ser el jabón con el que te bañas", las chicas le contestaban con groserías, pero tenía el valor de hacerles saber sus deseos. Luego me bañé yo, no podíamos hacerlo los dos al tiempo por seguridad, mientras la una se bañaba, el otro estaba alerta, en la guerra no se puede dar ventaja, no supe si me miro desnudo, demás que si lo hizo, pero eso era lo de menos, me enjaboné con el mismo pedazo de jabón y luego dejé que el agua recorriera todo mi cuerpo, al final me sequé. me vestí, cuando advertí que ella seguía desnuda, de inmediato le dije:

- Vistete pronto que nos vamos, no debemos perder mucho tiempo, entre más rápido reanudemos la marcha, mejor. Iba a seguir hablando y ella se me acercó y me abrazó, sentí toda su desnudez en mi piel y en mi alma, pero no me aproveché de la situación, dejé que ella llevara la iniciativa hasta donde quisiera, tan sólo me abrazó y el abrazo fue fuerte y prolongado, de esos abrazos que nadie quiere soltarse.

Caminamos hasta el anochecer, no podíamos seguir el camino porque en al noche son muchos los peligros, busqué un lugar seguro para dormir y dormimos, antes de eso ella me besó en la boca y me dijo que le sorprendía mi actitud, el respeto que yo tenía hacia ella, cualquier hombre al verla desnuda se habría abalanzado sobre ella y la habría hecho suya, pero ese no era mi caso, desde chico fui educado con valores y sabía respetar a las damas en cualquier circunstancia, hasta en la selva.

Al despertar desayunamos con frutas que recogí en el camino, ella rompió el silencio y me dijo:

- Bueno hubiera sido conocernos antes, no en estas circunstancias.

Yo asentí con la mirada y luego le conté que había estudiado sociología y que había creído en la lucha armada, pero al estar en la guerra comprendí que la lucha armada también era una mierda.

Sin preguntarle nada, me dijo:

- Yo estudié trabajo social, también fui a la universidad y me gradué con honores, solo porque mis padres tienen algo de dinero fui secuestrada, aquí me tienes, igual que tú pagando las consecuencias de esta maldita guerra. Iba a seguir hablando pero la interrumpí y le dije:

- La guerra es una invención de los poderosos para que se maten los pobres, menos mal que ya vamos rumbo a la libertad, yo también sentía que al ser tu carcelero, también era prisionero. Ahora tenemos la fortuna de escapar juntos.

Continuará.

Texto agregado el 09-09-2019, y leído por 174 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
09-09-2019 Aguardo que continúe. Ya sabés lo que opino de la guerra. MujerDiosa
09-09-2019 Es un hermoso abrazo a la libertad. Hermosa historia y aunque ficticia, bien pudiera ser real. En esos cautiverios la gente puede llegar a perder la fe, pero también reforzarla. Disfrute total, Pedro querido. Espero la continuación. Bechines. SOFIAMA
 
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