Con tanto desempleo todos revisan los clasificados, con la esperanza de encontrar una oportunidad donde puedan ganarse el sustento diario. Muchos no reparan en el tipo de trabajo, con tal de trabajar no importa, así tengan que sacar a pasear perros de raza brava, o lavar sanitarios, pintar casas y hasta vender drogas sintéticas. El asunto que todos quieren ganar dinero de cualquier manera, así sea por la vía ilegal.
Este fue el caso de muchos jóvenes de Bogotá, quienes leyeron el clasificado en un periódico de gran circulación en la capital de la república, sin medir consecuencias y sin el consentimiento de sus padres, se fueron para Chirristes, un pueblo muy lejano de la capital. Todos llevaban dos mudas de ropa, objetos de uso personal, algunos pesos en los bolsillos y un millón de esperanzas.
El país era gobernado por el enano maléfico y tratándose de este personaje no se podía esperar gran cosa, un ser despreciable desde donde se le mire. Un ser maquiavelico para quien el fin justificaba la dictadura y no le importaba nada. Colombia se debatía en la miseria más terrible, la inseguridad campeaba por todas partes, mientras los medios elogiaban a este tiranillo.
Los jóvenes soñadores llegaron a chirristes, de inmediato se dirigieron a buscar a Tirso Molina, era quien había puesto el clasificado. primero lo llamaron y luego marcharon a encontrarse con este personaje, quien les había prometido trabajo bien pagado e inmediato. Se suponía que mañana mismo comenzarían sus labores. Llegaron rápido a la casa de Tirso, quien los recibió con mucha amabilidad, les dijo que descargaran sus maletines en un salón bien grande y luego pasara a una especie de auditorio para explicarles al detalle lo relacionado con el contrato de trabajo y con las funciones que deberían desempeñar.
El trabajo consistía en cortar caña, el trabajo era duro pues el clima era caluroso, cuarenta grados era la temperatura promedio, pero para los jóvenes no importaba, peor era andar desempleado y sin un peso en el bolsillo. Con el dinero ganado pensaban ayudar a su padres, otros pensaban ahorrar todo lo que pudieran y luego montar una tienda, otros reunir dinero y luego irse al viejo mundo a probar suerte. En fin, cada uno ya tenía destinado en que invertiría el dinero.
Después de firmar contrato, los llevaron a un salón muy grande donde había muchas colchonetas, les dijeron que ahí iban a dormir todas las noches, las colchonetas eran muy suaves y se veían en buen estado. Antes de que se durmieran les dieron café con pan aliñado. Como el viaje fue tan accidentado por los trancones en al vía, por los retenes y otros percances, se durmieron pronto, el cansancio era tan grande que muchos quedaron dormidos de inmediato.
Eran las cuatro de la mañana, los gallos empezaron a cantar, los jóvenes soñadores empezaron a despertarse, muchos no se despertaron si no cuando una especie de capataz los despertó con un fuerte grito. Todos creyeron que los iban a llevar en un camión al sitio de trabajo, pero no, los llevaron a una zona muy alejada del pueblo. Los hicieron poner boca abajo y al instante los fusilaron. Luego los vistieron con uniformes de guerrilleros y de inmediato dieron la noticia a las autoridades, quienes dijeron haberlos dado de baja en cruento combate. La orden la había dado el enano maléfico para hacer creer al país que iba ganado la guerra contra los subversivos. Las madres de los jóvenes aún siguen esperando a sus hijos, muchas piensan que cuando vuelvan traerán una historia por contar y bastante dinero. Ellas no saben que sus hijos están muertos y con las botas de guerrilleros al revés.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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