He vuelto de madrugada,
he visto los pájaros saltando entre las ramas,
picoteando el amor.
He visto levantarse suavemente
los visillos de alguna ventana despintada
con ojos ardidos de fiebre
vigilando la calle como
si fuera un niño.
Y en las bocas de los subterráneos
El aire canalla despertando al sexo
de Marilyn, la bruma humana, el animal silencio,
he visto orinar al perro
encima del borracho.
Después fui a mi casa
como si nada existiera,
entonces he pensado que podía estar muerta,
Y no lo hubiese sabido

Si existo es porque los demás lo saben
porque a veces me nombran
o me miran la mirada trivial de los espejos
o estallo repentina en algún beso
o cumplo ritual en otro sexo.

Me ha ocurrido por ejemplo
vestirme lentamente tocándome los brazos.
Es como un fogonazo en la oscuridad,
que solo deja distinguir el trazo
ligeramente antiguo de ese rostro
que alguna vez creí dispuesto y tuve.
Si me reconocen y
me hablan de las cosas que ya no recuerdo.



Busco ocasionalmente mis retratos y observo a la niña
que yo he sido.