Gotas de olvido en las manos,
lloviendo ausencias,
sabor amargo en los labios.
Indigente de amor me desplazo
en esta soledad indeseada.
Soledades compartidas con la nada,
única compañera de tardes largas
y sombras que nacen con la noche.
Palabras no dichas.
Ausencias indeseadas.
Me duelen los labios,
están aleteando sin aire
en ese sarcófago en el que yacen
los besos que aún no parí.
Me duelen los ojos,
sin embargo no hay lágrimas,
hay aceptación y tristeza,
por esta soledad que me apresa.
Hay mañanas de humo y café,
sin sonrisas ni despedidas,
hay mañana frías que me esperan
cuando atravieso la puerta
y me coloco el ¡Buenos Días!
que repito con sonrisas sin respaldo.
Me ladran los perros en la calle,
en este oscuro amanecer,
y me desplazo somnolienta,
solitaria sombra entre sombras.
A lo lejos, luces, figuras que se mueven,
al acercarme repito ¡Buenos Días!
y me siento como un títere de la vida.
Así recorro horas bajo una luz artificial,
tecleo notas,
atiendo llamadas telefónicas,
no me pregunten de quien,
no las recuerdo.
Y vuelta otras vez el mismo circo
en sentido inverso.
¡Buenas Noches! Despido al día.
¡Buenas Noches! abrazo a mi soledad.
Estoy en casa.
María Magdalena Gabetta
Esta poesía la escribí hace bastante pero decidí hacerle unos retoques, espero les guste. Gracias. Magda
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