La despedida.
Y llegó el día, el hombre tenía sus valijas prontas al lado de la puerta, listas para cuando se marchara.
Ella sentada en el sofá, ojeando una revista, sin mirarla, lo veía de reojo esperando que la puerta se abriera y todo terminara entre ellos.
Los niños jugaban en la otra habitación ajenos al drama de sus padres.
El perro sí, él presentía lo que estaba pasando y se acurrucaba en un rincón como no queriendo molestar.
Ni una palabra entre los dos, ni gritos ni reproches, nada hacía prever el huracán que sentían los dos, por dentro.
Afuera, a la vuelta de la esquina, un coche parado con una joven mujer, con sonrisa sarcástica, esperando que su conquista saliera por la puerta y se fuera con ella para siempre.
Un poco más atrás, otro auto también estacionado, un hombre esperaba lo mismo pero por distinto motivo, estaba dispuesto a ocupar el lugar del hombre que saldría por aquella puerta, en el lugar de padre y esposo.
La espera se estaba haciendo tediosa para todos, la puerta no se abría, el hombre siente a sus hijos reír y va hasta la habitación donde se encuentran y los observa, de pronto una luz se hizo en su mente, estaba a punto de perderlo todo y reacciona, vuelve, mira a su mujer y a pesar de todo ve en sus ojos lágrimas escondidas, sin mediar palabra alguna, recoge sus valijas, las lleva a su dormitorio y coloca su ropa en el ropero nuevamente, esta vez su perro lo acompaña moviendo la cola, baja las escaleras y pregunta:
___¿Falta mucho para la cena?
La mujer se dirige a la cocina y prepara la comida, en pocos minutos, todos están cenando, él, ella y sus hijos.
Afuera, al ver pasar el tiempo, la mujer ya no tiene esa sonrisa en sus labios, se marcha y piensa:
___!Está visto que tendré que marcharme sola, no siempre se gana!
En el otro auto sucede algo parecido, el hombre se da cuenta de lo ocurrido y también se marcha.
En la casa, una familia cena en silencio, la mujer piensa que a pesar de las equivocaciones de ambos, la familia está primero.
El hombre mira a sus hijos y a su esposa con ojos enrojecidos y piensa que sólo el tiempo les dirá si aprovechar esta segunda oportunidad valió la pena.
Omenia
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