Cuando te ví por primera vez
sentí que tú serías mío,
sin apenas pensarlo lo decidí
decidí ir rápidamente por tí.
Nos mirábamos fíjamente
como si de toda la vida nos conociéramos,
como si el destino hubiera vuelto a actuar.
Con un mar de palabras me conquistaste
conquistaste este corazón solitario,
que estaba recientemente destrozado.
Por unos momentos creí vivir sólo por tí,
por la persona que logró hacerme reir
y olvidarme de mis horribles pesadillas.
Me subiste el autoestima hasta que de pronto,
lograste lo que pocos lograron,
enamorarme, hasta tal punto que,
no podía estar un segundo sín tí.
Fue entonces cuando ocurrió
ocurrió lo de siempre.
Pensé que tú eras diferente a ellos
pero me equivoqué
y por ello me lamentaré.
Decías querer mi alma, mi cuerpo,
pero todo era mentira,
la mentira de un hombre rastrero y vulgar.
Yo era demasiado complicada para tí,
yo era demasiado cuerpo para tí,
te aprovechaste cuando me tenías
toda para tí.
Yo sólo tenía ojos para tí.
No veía más allá de tu cuerpo.
Mientras que tú
tú tenías ojos para todo
aunque juraste que el cielo
sólo se iluminaba con mi llegada,
igual que se me iluminaba con la tuya.
Cada día tus palabras me dañaban más
tanto que se clavaban el el corazón
como afiladas y finas espinas,
no dejaban correr fácilmente la sangre,
todo me empezaba a fallar.
¿por qué?¿por qué me haces esto?
Yo quería felicidad
yo quería comprensión
yo quería cariño.
Pero eso quedó en el pasado
ahora recibo dolor y pena.
Pena de un hombre que quise,
y a pesar de ello quiero.
Mis ojos ahora se hunden en un baño de lágrimas,
lágrimas que no resisten en salir
para demostrar el gran sufrimiento.
Un sufrimiento que me come por dentro
hasta el fondo de mis entrañas,
mientras destrozo mi vida y cuerpo
por las secuelas de tu presencia a mi lado.
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