Es tarde, no puedo dormir. Me asomo a la ventana, oscura noche con pocas estrellas, como las pocas esperanzas que me quedan después de tu muerte. Te fuiste...pero, ¿te has ido en realidad? Tu recuerdo vive en mí, mientras las vivencias están junto a mí. No puedo creer que la muerte te haya alejado de la vida, porque la vida eras tú. Vivías en los demás, para los demás. Siento tu alma, tu espíritu a mi alrededor; sigues viviendo, siento que estás ahí observándome, sin poder hablar, esperándome, dándome fuerzas para seguir. Me estás diciendo que la muerte no es la nada, la muerte crea otra vida más. Otra clase de existencia. Entonces, ¿qué hacemos aquí? Este mundo es la escuela, la preparación, es el saber hacer frente a las contrariedades, el hacerte "fuerte". ¿Para qué? Para estar preparados para otros niveles existenciales... o quizás no. A lo mejor todo esto tan solo es una divagación, una mentira que me invento para poder pensar que no te he perdido del todo, que quizás algún día te pueda volver a encontrar. Éramos almas gemelas que se cruzaron en un recodo del camino y se separaron, ¿para siempre? No. No podría soportarlo. Para mí la vida sería muerte, el dolor comería mis entrañas, mi alma agonizaría...Agonía eterna.