Encerrada en mi habitación, reflexiono unos momentos sobre mi vida. Después de hacerme unas preguntas llego a la conclusión de que...¿de qué sirve vivir? No merece la pena. Nacemos, tenemos una infancia inocente, pero entonces, descubrimos la realidad. Nos aterra saber que ahí fuera hay una vida dura y cruel. Algunos no pueden superar esto. Deciden no vivir más. Los que quieren continuar, sufriendo, viven. Forman una familia, feliz al principio, desgraciada al final. Cuando llegas a viejo, tu cuerpo se transforma. Encoges y te arrugas. Tu mirada se hace débil, triste y solitaria. Tienes muchos compañeros que te quieren, pero al fin y al cabo, estás sólo.
Después de mi reflexión salgo a tomar algo de aire. Este aire que se llama puro pero que está contaminado de injusticias. Cada segundo en que se introduce dentro de tí, estás quemando un poco de tu vida. Pero no puedo hacer nada, y continúo con mi paseo. Decido ir a leer un rato a la biblioteca. Entro, hay un silencio tan espeso que me aterra. La gente se da la vuelta lentamente, me mira. Este momento me parece eterno. Sus miradas se clavan en mí. Aquellos ojos abiertos y asustados con los que miras cuando presencias un asesinato. Todos tienen los mismos ojos.
Poco a poco, camino hacia atrás. No me atrevo a darme la vuelta. Cuando tengo la espalda al lado de la puerta corro velozmente hacia la salida. No lo aguanto más. Esta gente me odia. Lo sé. Corro sin rumbo fijo. No puedo mirar atrás porque presiento que todo el mundo me sigue y quieren acabar conmigo. ¡Me odio! ¡Me odian!
Sin saber cómo, he llegado a mi casa. Me dirijo a mi habitación. Me vuelvo a encerrar. Aquí estoy realmente segura. O no. Los muñecos me miran con aquellos ojos. ¡Ayuda, están vivos! Ellos también me odian.
Entonces llega mi madre. Me abrazo a ella con una gran velocidad, pero no se inmuta. No me devuelve el abrazo y la miro a sus tiernos ojos de madre. Pero ya no los tiene. Ya no me mira cariñosamente, de esa forma que inspira confianza y seguridad. Ahora, tiene los ojos abiertos y yo diría que rojos. Parece que no me ve. Que solo divisa el infinito.
¡¿Por qué me pasa esto?! Quiero llorar pero estoy tan asustada que no puedo. Tengo un agujero en el pecho que no me deja respirar. Me ahogo. No quiero morir. Grito. Viene mi padre a ver qué sucede.
Estoy tumbada en el suelo apenas sin respirar. Miro hacia arriba esperando recibir ayuda. Están tiesos como tablas e inclinan ligeramente la cabeza. Seguramente para ver mi agonía. ¡No me ayudan! Están mirando cómo me muero. No hacen nada. ¡Son ellos! ¡No quiero mirar! Pero no puedo evitarlo. Sigo teniendo la esperanza de que aquellas personas que siempre me han amado, me ayuden a vivir. Pero, me dejan morir. ¡Ahí están otra vez! ¡Iros lejos! Tienen esos ojos. Tengo mucho miedo, no lo soporto más. Todo me da vueltas. Parece un remolino. ¡Para ya! Me mareo...
¿Qué ocurre aquí? Todo está oscuro pero esttoy tranquila, segura y feliz. Al final veo una potente luz que me ciega. Me acerco a ella. No puedo perder nada. Empieza a aparecer gente conocida. No la relaciono con nada pero sé qué la conozco. ¡Oh, dios mío! ¡Abuela! La quería tanto... Deseo abrazarla y besarla, pero no puedo. No puedo moverme. Ya no estoy tan tranquila. Necesito moverme pero no hace falta, porque ella viene hacia mí. Abuela...Te he echado tanto de menos...¡No! ¡Eso no! Ella también. No quiero ver esa mirada. ¡Abuela, me das miedo! Yo quiero quererte, pero no me dejas. Me das terror. ¡Qué haces! ¡No! Tiene un cuchillo y espero que no haga lo que creo. ¡Sí! Aaaaaaaahhh... Me lo ha clavado en el centro del corazón.
Estoy en un lugar que tiene un color...transparente, eso es. No hay nada. Prefería sufrir que estar aquí. Oigo un ruido. Es...no sé. Como una campana débil. Cada vez ese sonido se hace más fuerte. ¡Basta! Me hace daño, me voy a quedar sorda.
De repente, me..me.. ¡Me despierto! Qué bien, todo ha sido un sueño, ¿no?
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