Con el paso de los años vamos asimilando el deterioro de nuestros cuerpos, un espíritu agotado después de tantas batallas durante nuestra existencia y finalmente nuestra alma ya también saturada, después de nuestro largo peregrinar por la vida, algo nos va envolviendo nuestra mente y nos avisa que ya va siendo hora de partir.
Es solo entonces cuando en algún instante detenemos nuestro andar y hacemos ese alto para reflexionar. Un repaso de parte de la historia que recordamos, tanto de aciertos como desaciertos, alegrías y tristezas, compañías y soledades, triunfos y derrotas; todo un amasijo hasta incoherentes algunos y desordenados en nuestra mente por el tiempo ya vivido. Es entonces cuando nos asalta una gran duda.
¿Cuál fue el propósito de haber nacido, vivido para después morir?
Resumen los científicos que nuestra alma o energía, al igual que un “software” que se presume eterno, se integrará al cosmos como parte de él una vez más.
Otra respuesta aceptable es que algunos de nuestros antecesores fueron aportadores importantes en la evolución humana en todo orden existencial, pero otros, la gran mayoría se perderán en el anonimato.
De ahí entiendo, parte la existencia de las miles de religiones, aproximadamente unas 4.200 vivas y otras innumerables ya extintas, que buscan justificar la existencia humana como un bálsamo para justificar la vida y con un premio final que suelen asociarlo como un paraíso en la eternidad. Para ello solo se requiere creer, confiar y tener fe que puede ser una realidad, aún cuando en los momentos actuales puede ser solo una aceptación utópica de nuestro futuro.
No pretendo con esta reflexión desacreditar las miles de religiones que hoy por hoy se predican por el mundo ya sea en mayor o menor número de creyentes, ya que el ser humano tiene el privilegio como raza inteligente la virtud de los sentimientos, tales como reír, llorar, sentir angustias y felicidad, lo que los orienta a encontrar una justificación a su existencia y ello conlleva a aceptar lo inimaginable como algo real.
Muchos como yo que estamos llegando al final de nuestras vidas, nos preguntamos cuál será la GRAN VERDAD, VERDAD?
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