Cómo quieres que te de las respuestas,
si no cabe ni siquiera formular la pregunta?
Quiero que me mires con mi mirada,
quisiera poder mirarte con tu mirada
para que nuestras voces se puedan hermanar.
Quiero leer en tu pensamiento las entrelíneas
e intentar preconizar las veladas intenciones
que escondes por detrás de tu arrogante soliloquio.
Ese futuro flexionado que nos vendes no existe;
la mentira se deshace cuando se proyecta,
se futura, se reubica y se idealiza en fantasías
que alimentan efímeras y disimuladas falacias
que hasta a ti te debe costar creer.
No somos la nota disonante, el problema,
esa nuestra escuela del resentimiento
no es un grito de resistencia, el contratiempo.
Somos la voz de la clarividencia, la academia,
la eterna proclama del grito necesario
que siempre se quiere callar, silenciar.
No te voy a decir lo que ya sabes
para que reinterpretes mi mensaje
y alimentes con él tus viles calumnias.
No te voy a responder si eso esperas.
Yo sí sabré esperar, paciencia y virtud
y cuando ya tú solo seas un mal recuerdo,
nuestra voz, nuestra palabra, nuestra ciencia,
aquí estará, siempre estará, estaremos.
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