Lluvia fría

La gotita de lluvia gélida se cuela a mi cuello, salvando obstáculos como mi abrigo y camisa. Me hace temblar, agita los recuerdos, me los arroja a la cara, me abofetean ahora.

Brillabas como un lucero en medio de la noche. Finalmente me llamaste, creí que era broma eso de quedarte con mi número de celular… hubiera preferido que así fuera.

Me abrazaste como si me conocieras de años, como solo se hace con los amigos; ese mismo día lloraste en mi pecho, por esas cosas que tiene la vida.

Te sentí; tan frágil, tan desvalida, tan… bella.

Tu piel tan blanca, tus cabellos cayendo como cascadas sobre tus hombros al descubierto, un top adornaba tu torso, apenas disfrazando tus pechos, un pantalón vaquero completaba tu indumentaria. Me pediste te ayudara a subir al auto.

El Universo se detuvo un instante.

Llevo mucho tiempo aquí parado, la lluvia arrecia bañándome por completo. Mis ropas pesan mucho. No me atrevo a moverme, acercarme y tocar tu puerta.

Presiento tus latidos allí adentro.

Quisiera creer que todo esto vale, que no estas sola.

Recorrimos hermosas calles, caminos, edificios. Los respiramos con presteza. Roce tu mano, como por casualidad. Fingiste indiferencia. Ambos supimos que no era así. El día era brillante, pleno de colores, tu presencia a mi lado lo matizaba de sabores.

Nuestra piel anochecía.

Supe que no podía dejarte.

Me sentí un poco valiente y te abrace muy fuerte.

Presentí, serias mía, cuando mi boca sedienta respondió al influjo de tus labios. Te apartaste sorprendida, entornando tus bellos ojos, retorcías tus manitas musitando;

- No debimos…

Como en medio de un sueño, me aferre a tu halo, no quería alejarme, sentía el fuego en mis labios, tu cercanía me mataba


Quizás deba tocar a la puerta… ¿Qué puedo perder?

La lluvia se convirtió en tormenta, pero dista mucho de igualar la que se gesta en mi interior. Solo tengo que cruzar la acera, preguntar por ti, tal vez ni siquiera estés en casa o ya ni vivas ahí.

Un día te lleve a tu hogar; era ya casi media noche. Habías tardado mucho, te espere en el auto. Saliste finalmente de tu maestría. Te veías tan hermosa, radiante, igual que una Diosa.

Comentaste que no había nadie en casa y lo más importante que nadie llegaría; de últimas te dio miedo. Dijiste que Gerardo no tardaria en regresar. Demasiado tarde; te desvestí, te metí en la cama y te abrace hasta la alborada.

Fue lo más grande que me ha sucedido nunca jamás.

Deja de llover, estoy calado hasta los huesos. Ello no evita que evoque cada uno de tus besos. Iluminaste mis días, le diste sentido a mi vida.

Recuerdo cuando dijiste;

- Cuando subas mañana a la montaña –en tu bici- ¡hazlo por mí!

Wowwwww

¡Que sensación!, mis piernas parecían resortes de acero devorando la pendiente. Solo una cosa había en mi mente, llegar a la cima y ofrendarla a tus pies… y lo hice.

Me dijiste; nunca me dejes, me haces mucho bien. Lo prometí.

¡Te juro que lo intente! Todos los días, durante meses.

Después desapareciste de mi vida. Llore muchas noches, tu ausente-presencia me atormentaba. Llene tu celular de mensajes, a ninguno contestaste.


Seguías absorbiendo mi vida. Un día destruí el celular furioso, con el perdí tu numero también.

Hace un año que no se de ti.

Ha empezado de nuevo a llover, anocheció.

A través de las gotas veo tu puerta cerrada.

Aun no se que hacer…





ray. Verano ´12




Texto conmemorativo.

A ocho años de haber conocido a Sandy y a siete de que se difumino.