Diarios
Con muchos años a cuestas, una bicicleta con su canasto de mimbre deshilachado, solo conteniendo un ejemplar de la revista “Chusmas del Espectáculo”.
Un diarero, o quizás el último, que recorrería esa ciudad que en otros tiempos lo esperaba ansiosa todas las mañanas. Una magia olvidada que perdió la batalla con los portales informáticos.
Cómo me gustaba hojear los matutinos, como un rito, de atrás hacia adelante, tal vez para paladear lentamente hasta llegar las primeras planas. Las historietas primero, en la contratapa, el horóscopo y el estado del tiempo, imprescindibles elementos para dar comienzo a la jornada.
Siguiendo el recorrido, los resultados de las carreras de caballos, quiniela, el fútbol y los deportes en general.
Los lunes, los que no leían los suplementos de fútbol, prácticamente no tenían posibilidades de dialogo con nadie. Si ganó, como ganó y si perdió porque lo hizo, un menú obligado de tertulias en el café del gallego que intentaba en vano entender la pasión por la pelota.
Seguían los policiales, con despliegues de fotos y relatos de los más truculentos.
Rápidamente pasaba las noticias internacionales, demasiadas densas para mis entendederas, principalmente las referidas en los conflictos en Oriente Medio.
A esta altura los titulares los repasaba a las apuradas con el último sorbo al café, la tostada a medio comer y rumbeando a mis obligaciones laborales.
Miguel sabía que sería su último recorrido, hubiera preferido otra forma de despedirse que deslizar el último ejemplar que entregaría en su vida, pero lo hizo como si fuera el primero. Todavía recordaba los extensos recorridos haciendo llegar las noticias por todos los rincones de su ciudad, su barrio su mundo.
Tenía el privilegio de conocer las noticias antes que ninguno, muchas veces voceada a los gritos para aumentar la venta de sus ejemplares.
Añoro los tiempos de leer los diarios de reojo, en el transporte público, con la frustración de no llegar a completar su lectura ante el repentino cambio de página o al intempestivo cierre del periódico al advertir nuestra mirada.
Fue el packaging ideal para la media docena de huevos, ahora desplazado por coquetos envases plásticos.
Llegó a su casa más temprano de lo habitual, lo esperaba María como de costumbre con el mate amargo y los bizcochitos de grasa.
-¿Cómo te fue, viejo?
-Sabías que se separó Brad Pitt
-¿Donde lo escuchaste?
-No, no lo escuché; lo leí en la revista “Chusmas de Espectáculo”
Se miraron, bajaron la vista mientras saboreaban las galletas.
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