Puedo escribir mil cien veces sobre la misma cosa
y cada vez que lo hago
se siente como la primera vez,
pero diferente a la segunda,
con matices de la tercera.
Lo que quiero decir es que,
desde que tengo memoria,
la que no se me ha ido,
es que siento cada vez este impulso
de hacerlo mil cien veces más,
de no dejarlo escondido atrás,
que mi pasado y mi presente dejen siempre estelas
que me recuerden por donde tuve que pasar.
Una y otra vez lo escribo,
y ahora en la mil ciento uno, lo siento más maduro,
más placentero y más culpable,
teniendo delante de mi
las imágenes bellas que me acosaron a cada instante.
Las encuentro y las pongo frente a mi un buen rato,
hasta saciarme de la culpa que me trae
disfrutar de aquel sufrimiento pasado,
y del cuál vuelvo a escribir,
una y otra vez,
mil diez, mil cien, cien mil,
y tantas más que quizás vendrán
si es que la vida me regala unos cuantos años más. |