El Estudio de abogados
El Dr. Prada Fernández tenía su estudio en la calle Santa Fe. Poseía una asociada llamada Laura Berti, con la cual congeniaban mucho en materia laboral. Ella hacia los alegatos a favor de los choferes de Coca Cola despedidos injustamente por esa famosa multinacional.
Los dos era excelentes profesionales, y tenían dos empleadas administrativas que tipeaban en las computadoras, para elevarlos al Juzgado correspondiente.
El Dr. Prada Fernández poseía además algunos departamentos que rentaba a gente de bajos recursos, ubicados en diferentes puntos, con preferencia en el conurbano.
Ana era su empleada favorita. Puntual, elegante, contrita. No hablaba mucho, solo cuando se le preguntaba algo.
Así que la llamo un dia a su oficina para decirle.
_Ana me vas a tener que hacer un favor.
_ Si diga Dr. Prada.
_Van a venir unos inquilinos a los cuales les tengo que cobrar el alquiler. Y vas a tener que decirles que hubo unos aumentos, y se les indexaran en un diez por ciento. Y ante el incumplimiento del contrato, entraran en mora, y será motivo de desalojo.
Ana escucho esas palabras sin poder discernirlas.
¿Cuál era el motivo por el cual el Dr. Prada Fernández confiaría en ella con semejante pedido?
Y entro a pensar, que ella no podría acceder a dichos términos, ya que ella misma alquilaba con su mama en estos tiempos de la indexación alocada, donde los alquileres estaban por las nubes.
Así que lo pensó, y le contestó al Dr. Prada Fernández.
_Disculpe Dr., pero si me pide eso, tendrá también que compensarme con algún dinero extra, ya que es que esas no son mis funciones en este Estudio.
El Dr. Prada, la miro con ojos exorbitados, y pego un puñetazo al vidrio del escritorio, lo que hizo que se partiera en varios pedazos. La sangre brotaba de su mano, por lo que Ana huyó por la puerta lo más rápido que pudo.
La madre de Ana tuvo que ir a cobrar el resto del sueldo que faltaba de ese mes, y ella nunca volvió al estudio del Dr. Prada Fernández.
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