Siente que el amor está cercano. Augura un abrazo de bienvenida. Esta agazapado en las afueras de la casa con rejas verdes. Espera ansioso que la luz del interior desaparezca.
Abre la ventana desde afuera y silencioso entra por la hendija. Recostada, ella espera. Las paredes grises denotan abandono, y prevalece la noche oscura. Está descalzo. Se acomoda silencioso a su lado y la toma por los hombros. Ella suspira. Se abrazan de forma audaz, consolidándose en un armonioso y procaz encuentro. Sudorosos y exhaustos dormitan por horas.
Ella despierta, lo toca y le indica la salida. Él tropieza y se escucha un ruido seco. Deja escapar un suspiro de beneplácito y en forma furtiva sale a la noche. Camina por la calle descubriendo el aroma de la oscuridad. Los momentos vividos están frescos en su aliento.
Cuando dobla por la esquina advierte que se ha equivocado de morada. En la casa de la verdadera cita, la gata ya empieza a mostrar las uñas.
Texto agregado el 05-08-2019, y leído por 110
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