Aunque no uso casi nunca el rojo, es el color de mi nariz. Nariz de clown que me sirve para jugar, para volver a ser niño y disfrutar de lo simple.
Mi vida está marcada por el azul y oro o la combinación de ambos, dónde aparece el sentimiento y la pertenencia.
Mi mente a veces se torna gris, de acuerdo a el momento de la vida que estoy pasando (si es con angustia), aunque también puede variar a los colores vivos del arco iris, cuando la alegría desborda y salen carcajadas de mi boca.
El verde cuando uno va cumpliendo sueños y metas, cuando ve crecer a sus seres queridos, sobre todo a los más chicos que contagian su alegría y te recuerda lo inocente que uno puede ser, pero feliz de serlo. Cómo también te marca que uno está vivo, al igual que se refleja en la naturaleza.
El naranja o amarillo aparece cuando estás transitando recuerdos ya sea de personas rememorado por alguna foto o cuando transitado calles olvidadas.
Y otros colores más que transitan por nuestra vida, por sensaciones y sentimientos que golpean nuestra puerta a cada instante. Como si la vida estuviera en una paleta dónde el pincel se sumerge en cada pocillo y pinta con colores ese lienzo que es nuestra vida.
Dónde el negro, marca el final.