“¿Cómo fue que vino todo esto?
¿Cómo fue que todo esto te sucedió?”
María Sabina.








Y entonces la vimos después de tantos días apretujados en esta pequeña embarcación, en este camino tortuoso que no parecía terminar, días o noches que se entremezclaban con esa espesa niebla tan tenebrosa, tan magnifica que pareciese que volveríamos a morir estas ves sin una segunda oportunidad de conservar los sentidos…

Era una puerta por decirlo así, porque jamás había visto algo igual, una espiral que giraba lenta, deformando el contorno de las cosas que aspiraba, cantos de carbón quemándose y el penetrante olor a incienso entraba por mis poros haciéndome llorar, sintiendo la enormidad de las cosas que nunca podré explicar.


Águilas de miradas penetrantes se mimetizaban entre viejos ahuehuetes adormecidos por un tiempo que ya no existe, sentí un mareo llevándome las manos al rostro cuando la espiral me absorbió…

Traspase el Mictlan como un fantasma indecente, un viento suave se llevaba la materia, todas las moléculas de mí cuerpo se desprendían esparciéndose, confundiéndose con las brasas que flotaban en todo el ambiente.

Cempaxúchitl, cantos y cielo, una luz que olvido las almas sin rumbo, pájaros en cardúmenes gigantes entraban de un solo golpe chocando bruscamente contra el suelo, salpicando la sangre tan intensa y dramáticamente convirtiéndose en flores rojas, que susurran palabras huecas que lleva el aire sin razón a un sol sin color .