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Querido mío:

Aunque la luz ya se pierde tras las rejas, puedo iluminarme con una vela que me obsequió mi guardiana, compadecida de mi destino. Ella también me proveyó de los elementos para escribir esta carta y seguramente será quien la entregue. A pesar de lo ingrato de su trabajo ha sido una buena mujer que ha tratado de paliar de alguna forma estos días oscuros, sólo merece mi agradecimiento y espero lo sepas comprender. Te ruego que no la trates con encono, ella no es culpable de nada.

Hoy hace mes y medio que no te veo; cuarenta y cinco días de encierro, de horror y torturas en esta prisión en la que estamos hacinados miles de desgraciados, injuriados y escarnecidos por nuestra lucha, tratados como lo más viles de los delincuentes. Pero nada es comparado al tormento de no verte, ni ver mi madre y mis hermanitos. Confío en que la fuerza del amor que sientes por mí hará que no los abandones en estas horas de dolor, ellos necesitarán de tu fortaleza.

Me desgarra el alma el no poder acariciar tu rostro ni cobijarme en tus brazos, pero a pesar de ello, eres el sostén que me permite estar en pie, sin claudicar ni rogar por mi vida. Sé que a pesar de todo, estarás orgulloso. Piensa para tu consuelo que no han logrado cercenar mis convicciones, que se mantienen incólumes como mi amor por ti.

Tremendos y largos son estos días sin tu voz, sin tu presencia, es como haber ingresado a un claustro de silencio, peor que la misma muerte. Horas aciagas en las que he sufrido la orfandad de no tenerte.

Mañana al amanecer todo habrá acabado. Los jueces ya dictaminaron su sentencia y el único camino que me queda por recorrer, es el que me llevará de mi celda al paredón y desde allí a la eternidad. Nos han negado un último encuentro con nuestros seres amados y el alivio de la confesión.

No, no llores, no sufras por mí, no siento miedo. El temor ha huido de mi lado y marcho con el alma en paz y sin rencores a cumplir con mi sino y el de mis
compañeras de lucha.

He vivido de acuerdo a mis principios y he conocido el amor ¿qué más puedo pedir? Es este el final que ya los hados fijaron al inicio de mi vida, nada puede hacerse contra los designios con los que el destino ha marcado nuestro camino.

No me arrepiento de mis convicciones, ni de los actos que en busca de justicia por mi Patria he realizado; mi Patria, mi otro gran amor por el que ofrendo hoy mi vida.

Dejo en tus manos adoradas mi familia y mis ideales, para que los sostengas y reivindiques junto con mi nombre y el de mis compañeras, para que nunca nos olviden y me llevo mis mayores bienes; tu amor y mi libertad.

Por siempre tuya.
Victoria
Madrid, 4 de agosto de 1939

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(Carta imaginaria de una de las Trece Rosas ejecutadas contra el paredón del Cementerio del Este).
Nota: Las Trece Rosas es el nombre colectivo que se les dio a un grupo de trece muchachas, siete de ellas menores de edad (entonces establecida en 21 años), fusiladas por la represión franquista en Madrid, el 5 de agosto de 1939, poco después de finalizar la Guerra Civil Española

María Magdalena Gabetta.

Texto agregado el 31-07-2019, y leído por 228 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
01-08-2019 Conmovedora carta. Mucho más luego de leer la referencia. Te felicito. Los sentimientos que encierra tu texto se escapan letra a letra. IGnus
01-08-2019 Pues describes de una manera grandiosa y vivida los sentimientos. Felicitaciones. Cinco aullidos republicanos Steve
01-08-2019 No son sólo ellas, ya que muchos han caído por sus ideales, por la dignidad y por todas la reivindicaciones que sean necesarias. No son ni las primeras ni las últimas, seguirán manchando de cardenales los paredones siempre con un último grito invocando la libertad. Un abrazo. guidos
01-08-2019 —Algo sé de la Guerra Civil Española, pero sinceramente no conocía esta gran mancha negra que ensucia esa período. Tus letras me impelieron a buscar información y después que Google me ayudó en ello, me quedó grabado lo que dijo Julia Conesa Conesa de 19 años, una de las Trece Rosas, antes de morir: "Que mi nombre no se borre en la historia" y tu carta ayuda a que así sea. —Mis saludos y mi abrazo vicenterreramarquez
01-08-2019 Tristeza deja la huella del dolor de esas mártires, ejecutadas por un dictador de esos años, muy sentida la carta amiga.***** Abrazo Lagunita
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