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- Me habéis dejado sin palabras- dijo Eufrasio Fernández al descubrir la fiesta sorpresa que le tenían preparada.

Lo que sí sabía Fernández era que aquel día era- valga la redundancia- el de su cumpleaños. Y nadie en el mundo parecía enterado, pues hasta el momento de abrir la puerta de su domicilio no le habían felicitado. Y ello hasta el punto de hacerle pensar seriamente en pedir la carta de dimisión en el trabajo y en el grupo de Whats app al que estaba adscrito. La piel se había dejado en aquel grupo de Whats app, y ahora que tocaba su día de protagonismo, nadie parecía reparar en que su madre lo había traído al mundo un día como aquel. Lo primero que pensó fue en borrarse del grupo. Y lo mismo se podía decir del trabajo, donde tampoco parecían tener memoria suficiente para haber archivado tal efemérides.


Y así supo, felizmente, que se reparaba en su persona, dotándola de entidad con aquel sencillo gesto.
Se sintió contento, diciéndose a sí mismo que había recargado las pilas para un largo tiempo.
Lo que nunca llegó a descubrir era de dónde diantres habían sacado la información, pues él era en aquella gran ciudad un ser anónimo con pocas relaciones y celoso de sus datos. Pero, con todo, lo que más le inquietó, aparte de que se bebieran todo el "visqui", fue el hecho de ver a toda aquella gente dentro, sin que él, a nadie, le hubiera proporcionado la llave.
Iniciando- pues-, un camino de paranoia desde entonces.
Mucho tiempo después, cuando ya era demasiado tarde, en la penumbra del sanatorio, se le hizo la luz sobre tal circunstancia. Una duda que le había corroído durante todo aquel tiempo. Puedo morir tranquilo- dijo para sí mismo. No albergaría dudas durante el trayecto hacia el averno.

Detalles como el anterior son los que llevan a los cadalsos- también recapacitó.

Su coche estorbaba en el garaje de la empresa. El jefe de zona nos había regalado con una visita sorpresa y se necesitaba aquella plaza y nuestro amigo en plena reunión de trabajo. Le dio a su secretaria el manojo entero. De llaves- me refiero. Así fue cómo se pudo hacer una copia de la de la vivienda.
Tal circunstancia estaba archivada en el cajón de los olvidos, pero en subapartado abierto.
Se sintió un ser memorioso, ya que no astuto, y envuelto en la penumbra del sanatorio, comprendió un poco más la vida, poco antes de hacer el viaje postrero.

Texto agregado el 30-07-2019, y leído por 116 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
31-07-2019 Celebro que por fin pudiera respirar aliviado. Me gustó mucho. Marcelo_Arrizabalaga
31-07-2019 Interesante Divinaluna
31-07-2019 Muy bueno ...conciso...xxxxx Blasebo
 
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