Cuando niño fue vapuleado por sus compañeros de clase. Se burlaban a menudo de su aspecto físico. Las jovencitas lo despreciaban, era tan insignificante y feo. Casi no hablaba y cuando lo hacía no decía nada interesante. Nunca logró conseguir trabajo porque a nadie le caía simpático. Al parecer ninguna virtud le fue concedida a esa personita. En resumen, un perfecto perdedor.

Un buen día aparecieron en el cielo las naves de los extraterrestres. Las armas humanas fueron inútiles, no fue posible razonar con ellos. Hicieron lo que quisieron, llegaron incluso a nombrar a La Personita “Amo de la Tierra”, éste tuvo que ser respetado como su representante.

Ahí parado y siendo aclamado por el mundo entero sólo en algo pensaba una y otra vez: venganza, venganza...