Ignacio: Ja, ja, ja. Ay muchacha, aun a solas contigo, optaba por quedarme quieto un siglo, sin mover la estantería; pero de golpe me has hecho despanzurrar de la alegría, al instante espantando la precavida modorra hacia la categoría de risotada; en la redada haciéndome trizas los pómulos, la mandíbula, y la pera. Como verás, para nada me ha sido ageno tú humor sarcástico, hasta el colmo de hacerme brotar, cual un helecho de rosas del parque japonés, el deshecho ánimo de estructura abstracta. Oiga ¿A usted le parece, señorita, comparar ésta chalina con mis récores? Si apenas mide poco mas de diecinueve metros; me va a costar mucho espumajo de rezar prolongado, como para persuadir a tu discernimento de juzgar labores de un bordado, fabricado por varias personas, como capás de batir mi solitario y pertinaz empecinamiento. De ida y vuelta de flaco a orangutan, como insecto moribundo, ahora prefiero permanecer en agape contigo, entre mate y mate conversando, en siempre disimular para la almohada, qué por dios no vaya a entrarnos una caba. Y sin alabarte de melindroso, te cuento que desde aquel momento en que me acusaste de pernil cocido, lograste sacarme del coma fulminante, y hasta hoy continúo despierto; desde entonces agazapado, y feliz de sentirme un Aladino; llamativamente sin hambre o apetito.
Sé perfectamente del para nada reprochable convivir de Mabel con el estipulado Joe; una cruenta realidad usada como bandera fisiológica, de una concordancia afectiva más, sin planteamiento previo, justificada por el abandono. Pero pese a toda pesadumbre lo primero será terminar el pozo, pues quizás nunca vuelva a domiciliarme en la estancia; o si, pues tengo derechos y estoy domiciliado; y me voy a clavar como una estaca; estoy muy afligido, he perdido justo en la raya pero ahora mi conducta ha de ser la de un bandoneón lleno de valentía. Restituído de asimetría con la gordura exterminada, ha llegado el tiempo de un aminorar de la opulencia; prefiriendo ahora quedarme en estas condiciones de divo.
¿Sabes? Evocando lo que me rumoreabas, de ayudarme en hacer uso de la balanza e intentar pesarme, en converger con tus anhelos te informo, apenas logré caminar hice uso urgente al pesando de ciento sesenta y dos, setecientos. Más luego, en poco tiempo, por las tretas de hacerme el muerto, logré bajar otros ochenta kilos. Y aunque últimamente he aumentado unos pocos gramos, hasta hoy día no paro de festejar como un loco, donde implícitamente con el orgullo vuela mi pesimismo como poncho hacia el esfuerzo de un empujoncito extra. Más luego de llegado el turno en que te vas, con al desierto de personas donde apenas queda una reberverancia, a mis anchas una y otra vez, todavía marcho a la balanza y me sigo pesando, con optimismo, al saberme aún en la decena de los ochenta; y me quedo allí parado hasta saciarme de mirar el número, cual si estuviera viendo una miniserie, dejando de presuponer al cohete, por el cuanto voy, y el cuanto me falta.
Pero no creas que todo es mezcla de orgullo y alegría solamente, cuando me quedo aislado y solo, sin el drenaje hacia algo costumbrista, no encuentro mejor consuelo que entregarme al tedio y abrasar el estío del sol nuevo, en mi hastío de la nada en parcimonia; o haciendo algo de gimnasia, viéndome salir de la excavación de la resignación, allí donde reside el viejo enclenque, prefiero limpiar con la cola como gamuza, haciendo abdominales, como un martir, hasta exigirme tanto que parece alguién haber pasar un lampazo, y tan limpio queda el establecimento cual ser parte de un relámpago.
Por fortuna para mis adentros, la traslación del rey sol ha llegado a mis retinas, y en tocarnos con su vara de comunión recíproca sus rayos se vifurcan en millares de esperanzas nuevas. Te juro, desde la otra despertada es que permanezco mudo, así de trasto y de postrado; pero aun así me costaba un record prevalecer en mantenerme tiezo, con el apelativo de la juventud con las ganas de un financista en sambullirse en el microcentro, pero me hacía el truncado en manipular la verdad de estar dormido.
Como masa del pan sin levadura, intentaba persuadir al médico de continuar descerebrado, en efecto, permaneciendo inmovil, en tensa vigilia disimulada, a la vez de siempre estar fingiendo la misma estructura agónica, de mirada apenas entre abierta y escurridiza; sintiéndome lleno de supuestos, mil veces boleado, obsoleto cual boleto capicúa.
Estoy satisfecho de tu calma prioritaria, de rayos de amor en agallas decidido, afectuosa apartada de la traición ligera, en adaptarte a éste mendigo estático, arbitrario cabeza inapelable de adaptarse al punto medio. Juro por todos los santos del evangelio, cuando salga del corolario de la atragantona de la tigresa y compañía, voy a esmaltar aquella chata, y hasta en los espesores filetearla, e inscribir tu nombre y apellido como para que no queden dudas; con al final pintar tu rostro, en acicalar el adorno con tu hermozura de cenicienta; será trastocada hasta relucir cual una estrella, por esos artista geniales de embellecer mateos; para finalmente junto a la mandíbula del tiburón insigne, colocarte en el hall de las presas manducadas; siempre iluminada, la lancha pelela, con luces led cálidas de cero incandecencia.
Tus ojos de poderoso verano, haciendo dirección al otro calor del norte del ronroneo, despaviláronme de enraizados suspiros de solidaridad, al extremo de desperezar hasta los cascarones del cerebelo; pues al escuchar tus slogans de campaña, de gente de la política, exploté de sopetón, sin barreras de modales, en inmaculada hilaridad sonora, y de espasmos; créeme, fue más fuerte que mi aguantar en fingir muerte de segunda categoría, en deprimente quedarme sin tónica. Y más allá de ésta colimba de ajedres donde soy todo, juzgo mi situación conyugal muy complicada, cual galleta de lana, y el solo presentir la observación de una pasión de Mabel en retirada, se me sacude hasta el abolengo, por aquella incertidumbre de su conducta volátil, como lléndose en una correntada nueva de incinerar su ánimo con humo de hielo seco. Y cauto meteorito, resignado, aunque tal vez menos callado, sin demasiado rencor hacia nadie, de nuevo siguiré siendo un flaco a quien llamarán de por vida gordo, rosagado hombre de eterno estado nutriente. Tal vez para la posteridad mi vida concluya en un novedoso wet seller, no lo sé, aislado del presente no es momento de costear ésta teoría; lo que si te puedo asegurar, es que pretendo continuar firme, adelantado del resto de los ciudadanos, con la concentración al sevicio de terminar la proeza; y pese a mi ecatombe familiar, siempre apartado de la picota de inútiles cornudos olgazanes. Tengo la memoria en un advenimiento de los principios, en colapso confuso debajo de esta sala gravada en mi mente, y quiero adquirir las destrezas de un académico, en recopilar mi nuevo surgir en apenas tres éfimeras eternidades, de vaciar la conciencia de las fantasías de tantos sueños; y también encontrar alivio de salpicar la osamenta con esperanza nueva. Por la consistencia también se va formando la conciencia, expresada en sonidos de un léxico real, y tu fuiste un trombón de oro con cánula imposible de asignarse conjeturas afónicas. Pero aun debes seguir ayudándome otro embrollado trayecto, con las compuertas del afecto sin cláusulas de retención para el salvataje. Y con brío avalado de una decisión acertada, pienso mucho en llevarte al pozo, a terminar lo que quedó pendiente, conmigo de paladín, cuento contigo, y esparcir el remanente a paladas, formando una capa fina en las partes sesgadas, más bien desniveladas del fondo rocoso; ya verás, son cien metros cúbicos, nada para un ciempiés atento de mordisquear hasta los huesos de la fortuna. Y pese a tu gestual fluctuante y sin normas, con el atonisismo en la mirada en perplejo semblante, te veo mujer consagrada, cual si estuvieras en cinta; y plomo insisto en invitarte a asociarnos e ir a terminar la laguna juntos, el bendito pozo de hondanada irregular; ello me habrá de tonificar el alma, y a ti también hija mía.
En fin, con todo respeto, en mérito que tú me sedas tanto, solamente viví de a porciones alertado; pero de cara al futuro, pues entrado en nueva faceta, ya no pretendo indagar más la realidad en un etimológico decir de susceptible dinámica entrecortada, del hasta recién vivir todo el tiempo estigmatizado de cazar noticias, en fingiendo la muerte; pero entonces te vaticinio, en novedosa exhortación de una sentencia útil, mañana mismo serás conducida hacia las propias ansias de mi proyectarse, pues te he de meter en ese otro picnik de excursión camuflada, con los ojos bien abiertos y fiables, como en película de supenso, de éste mi método de reclutamiento consentido, pues iremos a emprender por la noche estrellada, otro promisorio logro de dos en terminar un crater de la luna en el propio filo de la oscuridad.
Solo debes del tabique darme nuevas exalaciones, hasta el cielo cubrirse de nubes, en acatar los designios de la aspiración de mi gesta de volver al peso como objetivo central. Por favor aguántame en un fiable empujón último, en medible plazo de cuatro jornadas; en de seguro éste más entretenido proyecto que lavar calzones de gigantografía. No llores, muchacha, no gaste tu reservorio de ternura en innovar el coraje con lágrimas escenciales, es lesivo para el alma el padecimiento fuera del tope previsto; guárdate las fuerzas para ayudarme con el pozo, en aquel surgir tan deseado; y para verse lo nuestro reforzado y diversificado en otros cantos nuevos ¡Vamos Hortensia, nada de un relativamente, si bueno, todo por mi full time proceder hasta la consagración definitiva! Más después que terminemos quisiera que vayamos algún boliche a tomar cerveza y comer unos panchos; seguramente entrada la magrudada del sábado, unos panchos en un lugar memorable. Siempre para esclarecer un tratamiento, de adelgazar en algo más de la apariencia, al no ser un acertijo acerca de la resolución de una pavada, es conveniente conciderar comer poco, o ir relegando la ansiedad al laureado nada; con frecuente mentalizar al aglutinado pensamiento de desafiar el duro paradigma de los retorcijones de la panza; pero eso mínimo que irás a manducar, encima dividido en varias unidades, diez tostadas finas untadas con manteca y un toch de adereso, y sustraerse del apuro estresante, pues es importante tardar un buen momento, de quince minutos, y no atragantarse en solo dos bocados de dos segundos; para lo cual he de comer aquel pancho apalabrado en varios mordiscos lentos, mientras tu comes como una persona de peso normal; sin revisiones históricas será un signo de éxito que llevaremos presente y nunca habremos de olvidar.
Hoy con la escusa del feminismo, los hombres ni con la verdad de nuestro lado podemos alzar la voz como antaño (El sentido de la copulación también abarca la idea de prosperidad) entonces, manzo e irónico, en son de adaptarme a los nuevos designios, entre el bamboleo del mambo igual a un mar en la osamenta, aun semi despierto canto imitando a Gardel: Ella sale al balcón con su flor y su doña. Desde ayer y hacia el espejo, de observarme bastante arrugado, risueño me pregunto al tino de favorecer la fé ¿Cuanto tiempo ha pasado, para estar tan avejentado? Pero por suerte ya venía conciente ajustando las tuercas de los neumáticos del futuro, y escuchaba todo durante el largo día de actividad hematológica.
Muchacha, no es por ponderarte de viejo maraca, pero eres tú un hada por adonde la felicidad se escurre por la sonrisa de mis entrañas. Con esa bondad desde lo hondo de las acciones concretas, tú fuistes, surco a surco, archi confirmando el sellado encanto en esculpirme con cariño demostrado; y ahora el símbolo de la amistad en nosotros, va haciéndose una pirámide de agradecimento en el corazón porfiado. Desde un principio aleatorio, donde el patrón por azar saluda a la sirvienta, te fuiste transformando en la flor que en mi desazón fue perfumando el páramo corroborado de mi derrota; por ende espero saberme proclive a devolverte a ti en la misma sintonía de reciprocidad que tú mes has brindado, de cero permanecer encamada en parcimonia, ante el silencio de un estancado desahusiado carbono catorce.
Como para dejar de presuponer, cuestiones de ensueño o de desengaño, e ir zafando por momentos de la procesión onírica de imágenes humildes, de un listado provisorio de acontecimientos imprecisos de la mente, quizás en arrebatos de ansiedad ligados a los deseos de mi actualidad interior de hasta hace un momento; iba, entre la selva de arco iris de las pestañas, monitoreando lo que ocurría, pues quería ir de los días presentes, aunque más no sea en evitar de llorar en las pesadillas, socabando información del personal auxiliar de enfermería, de noticias flotando en el aire pero ciertamente acertadas y precisas (Cazadas como mariposas en la búsqueda entre aquellos sueños livianos de acerar el receptor de la inteligencia) y esos comentarios, de nítidas imágenes relatadas del arduo acontecer del mundo, representaban para mi, un complejo vitamínico en reemplazo de la lizonja de los sueños; noticias de esos portales sonando hasta graficarse mi conciencia del presente real; y supe entonces de álgidas cuestiones de interés mundial, entre las que principalmente destaco, la del sumo pontífice, casi como culpando al libre mercado de la desigualdad entre los hombres. Vaya muchacha, por el selecto aprecio desinteresado, me hallo confundido en abarcativa migraña; aunque mejor me suelto y solamente digo: Lo importante sería establecer, pues sino cualquier cosa puede tocarnos como un destino al margen, si el solo hecho de competir, sanamente, y en comunión entre todos los habitantes del mundo, hace bien a la salud mental como tal, alejándonos de parecer perros obvedientes, con cero pensamiento en la mente, o simplemente esto de la competencia es nada que ver con nada, por el contrario un espejismo engañoso llevado a una imposición arbitraria como para no dudar en desoír y dejar de lado por completo además de dar vuelta la hoja y cambiar de tema; o hacer de circunscribirlo únicamente a cuestiones de mercado y del libre cambismo. Por eso yo digo: Ni lucha, ni competencia: astinencia; por qué a mi no me jodan, aquí hay un entrevero grecoromano anglosajón y ruso, entre lucha y competencia; y ésta se deduce pues, al que lucha le viene el que compite y le pega una trompada; y al que compite siempre le dá por aleccionar con el liberalismo y el bruto imperialismo en celo. Pero como el mundo está muy poblado, lo mejor será la astinencia, y el severo control de la natalidad, hasta el extremo de quedar solo un tercio del total de habitantes del planeta; y en paz bajar ese número hasta estar lo suficientemente cómodos y nadar en la abundancia. La realidad no es un plano donde dibujar en perspectiva es más prestigioso y elegante; pero aparte por la tangente infinitesimal difusa, de la discución fiable entre liberales y comunistas, viene soplando la vela del socialismo, como circulando de contra mano, con el punto de vista por donde pasan las lineas virtuales, en la mochila destinada solamente a estar detrás de los abortos, y la igualdad de género; que cuando nos querramos acordar de las costumbres idas, unos y otros se encontrarán con un mundillo nuevo, girando todo en derredor de una Cleopatra, con tendencia totalitaria, como la de los dictadores más crueles. Además escuche de ti, mi querida Hortensia, un concepto aclamando por una ley de enfitusis para agrandar la producción del campo, pero te corrigo, querida mía, sin ánimo en derribar tu propuesta alternativa, pero anticuada en cuanto que en la actualidad en auge, existe aquello de haber contratistas rurales, siendo más o menos lo mismo de aquella ley propiciada por el grandísimo general Juan Manuel de Rosas. Hay gente que piensa y obra por la sola premisa, y están los que como yo buscamos respuestas cosmológicas, y por cada insinuación de una vía potable de acierto, se instala en mi un esfuerzo mental en resolver cada enigma, muchas veces, o casi siempre en veremos; entonces cabe recalcarse aquello de lo que pensamos como algo cercano a lo mejor pertenece a un tiempo impredecible.
Los escribas y dibujantes del egipto antiguo, como todos los artistas de la prehistoria, acarrearon con la responsabilidad, de aparte del trabajo encomendado, intentar dejar por lo bajo, principalmente dirigido a los habitantes del futuro, un mensaje explícito, impreso bajo las reglas de lo subyacente, de principalmente esclarecer las costumbres imperantes, los principios establecidos como básicos, o de asuntos de cosmología filosófica; entonces esos hombres de todas las razas, impresos con cabezas de perro, son un aviso que quiere significar que, la fantasía puede ser una resultante cuántica de un esfuerzo programado por la fuente; o el propio sedimento, instalado en el rostro, de los nodos de la quinta escencia celestial; emergida de conductas acordes, del categórico rechazo de competir entre similares; una suerte de puñado de cuantos con energía positiva; siendo ésta prespectiva cuántica en la cabeza, un anuncio de como el universo es también una proyección psicofísica del propio todopoderoso en el cosmos; o de algún dios intermediario, encargado de materializar los sentimientos encomendados del supremo. Es probable que la imaginación individual sea una capacidad divino celestial, propiedad del todopoderoso, o de éste subalterno, que mantiene, cable al cielo, conectadas nuestras mentes a la buena fé del señor. Imagino en el futuro computadoras cuánticas alimentadas del áurea espiritual de un arte procesado en el imaginación del usuario bueno.
Ah, y esas mujeres dibujadas en la piedra caliza, con cuerpo de pájaros, por esto de al aire picos y plumas, a lo mejor signifique que vivían suspendidas flotando en una atmósfera solo de amor, de paroxismo exaservado, de exasperado frenesí sexual; no había estalagnitas que alcanzacen para disponer mover las neuronas sobre una castidad con mega wat de chispa posible, pues la vida era un dilema resuelto y el cuerpo prefería volar en gozo, en vez de pensar en la roca volcánica utlizada en las callósidades; mejor volar con el corazón comiendo faisán, alejados de la complicada faena del Nilo.
Y si de faenar se trata, relevante sería ver al Estado dejando de evaluar cual un hecho fortuito la evación de impuestos, y debería visorar la envergadura del peligro que conlleva el sobre exigir al pueblo, en tener que afrontar las cargas tributarias, sobre un monto triple más de lo razonable; exigencia nada fiable, aunque difícil de concebirse, sin revisiones de los principios medibles como turbulentos, fácilmente de constatar, por éste teorema de la demasiada solicitud de cubierta como para hacer promedio sensato de las entradas necesarias a las arcas de la nación; pues pasa que los empresarios y los comerciantes reinantes, evaden estos impuestos abultados, y esa mini traición a la patria, produce una matriz en el caracter psíquico, indefectiblemente agorera, y de inmediato, ya expertos en abonar bastante menos del total recaudado, les repercute en el temperamento infectando de bipolaridad al profano contribuyente, que encima esparce esa mala onda por todo el vecindario; y además tenemos allí flotando la sumatoria paranoica del emergente total de esos malos tratos a terceros y extranjeros sin papeles, por esa solita evasión provocada de las reglas del convenio extravagante; exaltación pesimista de soberbia comprobada, con filtración de culpa y de complejo de inferioridad. Por el otro lado, aparte, tenemos a los pobres resentidos de la miseria social, con propención natural al delito penal; con todo, más el bagaje de fiolos, vagos, traficantes, psicópatas, drogadictos, entre unos y otros, creándose un espectro enorme de inadaptados habitantes, haciéndose un país donde finalmente todo se diluye con los achacos de ser argentinos apiolados, y que cuando uno habla el otro se calla.
Desde hace tanto, en difusión de la ilusión, sediento de vida, me siento tan débil de todo, casi como si la vida no fuese mía; aunque íntegro cual un boxeador entrado en el peso admitido. Y para verme en el lago del retrete, feliz iba al baño lleno de entusiasmo, con los deseos constreñidos de llegar a imaginarme en un acuífero turquesa con salida al océano, y en gestión hídrica sambullirme. Luego me veía al espejo, y así de tonto me decía: Aquí estoy; con cara de ademanes ridículos, precavido de beber de la canilla esa agua oxidante, pero finalmente, restaurado de la modorra y sediento, me agachaba y bebía un montón, temiendo después rebalsar la chata, al segundo dándome cuenta seguir castigado de tomar ese líquido guarro; y trascartón, pasando las yemas por el lavatorio, me persignaba, de auyentar la mortaja anímica del agorero. No te compliques en tratar de entenderme; solo comiendo sobras de la heladera antigua lograba parecerme a un hombre recuperado, pero no debiendo engordar engordaba, en contrasentido de mi verdad escencial; y al decir de catacumbas: Intentaba no mezclar harinas de diferente paquetes, que fuesen a activarme las piernas con energía de cochambre; reía para mis adentros probocando en la cama peligrosos leves temblores, además de temer del díficit de transpirar la camiseta, escuchando protestar como locos, y ensalzarse mal entre ellos, al no encontrar la viandada sagrada; con todo, más de nuevo volvía a ser eficiente éste mi método en comer sin consecuensias posteriores. A si mismo escuché por la radio Daihatsu, algo acerca de las Malvinas; una revisión del cementerio Darwin donde ya han reconocido ciento trece combatientes, de esa nueva bendita ciudad de los héroes, necrópolis sensacional e indispensable ¿Sabes? El parecido entre la geografía del Reino Unido y las Malvinas, hace para ellos de paquetes cruzados de diferentes harinas, mezcla cuántica de dos que se hacen hongo de explosión en el escenario. He hecho censo de mi anatomía y cada cosa sigue estando en su sitio primero, solo me falta un pedazo de garganta; las otras noches, en dicotomía con lo táctico, como para incitar a la muerte y entregársele uno de rodillas, bebí un puré de tomates, empezado, de la heladera, y tenía tanto ácido cual un removedor de ferretería, de quitar la cáustica pintura agarrada al impertérrito metal; desde aquella vez a todo le atribuyo un misterio negativo.
Y a parte de la interdiciplinaria valentía demostrada en llenarme de cuidados, de yapa, en un santiamén pretendo instruír tu alma de argumentos para el resto del nuevo emprendimiento, con el debido convencimiento rotulado de vigencia, donde primeramente deberás estar haciendo de correo argentino, pues considero muy relevante avisar, cuando los gauchos estén distraídos, que por algunos días no puedes quedarte a pernocta allí, por nada del mundo; y refunfuñando dí, con ese comportamiento femenino imposible de rebatir: Todo por una condena ajena para nada interesante; y antes de salirte del epicentro, agrega pues, que antes, yo, estirar la pata, te han pedido quedarte conmigo a cuidarme en el paso al otro mundo; y saliendo todo correcto cual si los precios se quedran fijos, has de recalcar nuevamente que por la mañana no cuenten contigo, que tal vez te demores en llegar hasta llegado el mediodía. Debo salir de este tálamo y vigorizar mi alma de naturaleza, ese es mi legado, y como mucho debemos empezar mañana mismo, más si surge algún imprevisto, descártalo, el gasto lo habrás de amortizar luego de terminado el objetivo, llendo a cenar conmigo. No aceptes influencias, y ya verás, de en apariencia algo inviable luego todo será un sueño cumplido. Nadie debe sugerirte nada, muéstrate desquiciada y todo saldrá de maravilla. Juro mañana, no ser un cachivache como ahora. Tú solamente debes traerte, a la hora señalada, un remis con unos pocos chirimbolos, y por supuesto siempre ir constatando que nadie se dá cuenta. Las cotizaciones del mercado son el fiel reflejo del valor de las cosas, pero ésto es algo muy distinto, donde cualquier distracción se paga muy cara. Toma nota, como cuando copias una receta: Dos trajes de cebras, del galpón de los roperos; mate, termo y bombilla; más, con cuidado, pero sin vacilar, ver si puedes dejar ocultos en el enclave de las topadoras, un pico, una pala ancha, y la carretilla; a parte de presentarte con muchas ganas para un epílogo de epopeya. Además para reforzar el propósito encaminado, de nuestro impás de libertad en solventar mi conquista, sin calificar de bueno o malo, debes hacerle algún comentario, en sobre todo recaer al hermano de Mabel y señora: de acerca que últimamente, por la noche, se están arrimando a la estancia, unos caballos rayados de blanco y negro, de la reserva, a pastorear, y que luego se marchan lo más campante. Conquistas aparte, paralelamente al desgaste físico de palear a destajo, solo debemos confiar de rebote en bajar los cuatro kilos sobrantes; y a esperar rezando a dios la marea enviar, para de aquella lucha, hacer la laguna tan soñada; y como como broche de oro la inaguración.
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