El sol vespertino se
esconde lentamente
detrás del cerro.
Comienza un hermoso
lenguaje de multicolores
más allá de la complejidad
humana, pero ennoblece
el duro contraste del paisaje
manchego.

Del azul claro se torna
anaranjado en mitad
del cielo, ámbar cuando
llega a la corona del sol.
Si pasa alguna nube
se tiñe de gris por arriba
y rosa por abajo.
Sombras de vides y
olivos, son cada vez más
alargadas y se visten sin
pudor de negro para dar
la bienvenida a la noche.

Falta poco tiempo para 
que termine la hora azul.
Ocasión ideal para
escuchar el silencio,
liberar tu mente,
explorar tu cuerpo,
vencer tus miedos y
aprender de los fracasos.
Es una manera de ser
un poco más humano
cada día.

Regreso a casa de mis abuelos
con el espíritu renovado.
Por el camino oigo cantar
a los grillos,
hileras de hormigas
portando cáscaras de pipas,
raíces de árboles buscando
tierra húmeda,
el ruido de un tractor
que vuelve a casa,
un paciente pastor que
guarda su rebaño en su corral...
Sí, es cierto que la vida
continúa incluso después
del ocaso.