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En el juego del pan y queso, muchas veces gana Dios o más bien si a uno le dan la libertad de elegir en ese mismo instante, Dios tiene mejor imagen y se lleva la mayoría de las personas. Por eso o más bien por celos del que una vez fue su mejor amigo, es que el diablo sale a cazar, seducir o simplemente engañar a quien se le cruce por delante para tener más adeptos o para que en ese lugar no encontrarse solo (aunque nunca lo está pero es tal la competencia con el otro que siempre se enoja por más que vayan casi todos con él).
De ahí es que se queda en una plaza, en la barra de algún bar, en una esquina, del barrio de flores cómo de cualquier otro barrio esperando por esas personas totalmente necesitadas, pérdidas por la vida y que ven en cualquier promesa o palmada de que van a estar mejor y firman casi sin darse cuenta el contrato mas absurdo de sus vidas. Resistencia? Convencimiento? Orgullo? Estas preguntas no van para estas personas totalmente angustiadas, tristes, pérdidas por la vida, queriendo ser alguien o recuperando algún amor perdido o simplemente sentirse querido por más que no sea una ilusión ese sentimiento. Así pues, el diablo va juntando adeptos, correligionarios, amigos o compañeros tal cual le gusta hacerlos llamar. Entonces en ese juego de captarlos, ve su necesidad y le ofrece lo que le hace falta. Los convence con una dosis de adrenalina y prometiendo les la solución de sus vidas. Cómo una gran publicidad que con solo un chasquido sus problemas desaparecerán y será todo color de rosas o más bien, fuego y lujuria. Pero lo suficiente para salir de este estado catastrófico que esas personas creen estar pasando, aunque sea al escuchar esa oferta los ojos de esos hombres recuperan la ilusión de su vida.
Así le pasó a Federico, un amigo del barrio de floresta, que dejado por un amor se encontró con el mismisimo diablo en la barra de un bar. En este caso el diablo estaba vestido de mujer, casi sin hacer mucho ruido se sentó al lado de él en la barra de un bar en Palermo, pidió una cerveza, la misma que había pedido Federico y le pidió fuego. Ahí rompió el hielo mientras se quejaba de los hombres y de un supuesto amor (el mismo discurso que tenía mi amigo pero hacía el otro sexo). Inmediatamente la charla pasaba de lágrimas a risas, él se sentía más seguro y no creí lo que estaba pasando, su seducción y su seguridad iba en aumento hasta que terminaron tomando el desayuno alejados de esa resaca que les había provocado la noche anterior. Federico sospecho y a la vez agradeció a Dios por ese momento y por haberla encontrado tan rápido, aunque habían pasado un año de su separación. Ella escucho sus palabras y se fue retorciendo pero a la vez con bronca y tomo ese desafío como personal para tenerlo como un nuevo adepto y que se olvide de Dios. Siguieron compartiendo salidas, cenas, desayunos y muchas charlas y risas. Cada vez pasaban más tiempo juntos y el diablo (Gise en este caso) lo iba atrayendo más, aunque sin darse cuenta ese efecto también estaba en ella.
Hoy en día, después de 2 años de ese primer encuentro, viven juntos y son felices. Federico (Dios) y Gise (el diablo) tienen un hijo al que llamaron Jesús.

Texto agregado el 17-07-2019, y leído por 103 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-07-2019 "Uno de los mejores inventos después de la rueda, es el demonio. Nada como tener a quién culpar de nuestras propias irresponsabilidades" Pablo Huneeus. Me gustó tu texto, hay dinamismo y reflexiones particulares. Bien hilado y ritmo necesario. Saludos desde Iquique Chile. vejete_rockero-48
 
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