Corría el año de 1982 cuando vio la luz esta novela de José Agustín Ramírez Gómez más conocido como José Agustín, enmarcada en el contexto socio cultural de una época conflictiva y perteneciente a la llamada “Literatura de La Onda” mexicana donde los escritores buscaron romper con la literatura tradicional por medio de un lenguaje abierto, franco e inclusive soez además de sentar una posición contracultural frente a los sucesos acaecidos en aquellos tiempos tocando temas como las drogas, el sexo y la violencia buscando desligarse del tabú correspondiente a la época.
Se ha dicho que es la primero novela “anti machista” escrita en México (de hecho así se promociona en la contraportada de la edición de Narrativa Grijalbo que es la que poseo); admito que mi conocimiento sobre el tema es más bien mediocre luego no sé si “anti machista” se refiere a “feminista”. Lo que si se es que no me pareció que el personaje de Susana fuera una mujer “liberada” e independiente; abandonar a su marido y cruzar la frontera para escapar de “si misma” buscando encontrarse con “sí misma” no la hace el ejemplo perfecto del empoderamiento de la mujer; no le juzgo, Susana es simplemente una mujer que hizo lo que quizás muchas hemos planteado hacer en nuestras cabezas y que seguramente muchas ya han hecho (conozco más de una familia donde esto sucedió) y Eligio no es más que un hombre que hizo lo que muchos hombres han querido hacer o inclusive han hecho, claro si enmarcamos su comportamiento en el contexto actual de “feminicidios” y “violencia de género” podríamos encontrar su actitud bastante peligrosa y hasta delictiva (eso de andar persiguiendo a su mujer con un arma en el bolsillo, no solo no es romántico ni de machos, es de cobardes y no tiene justificación). Susana y Eligio son un matrimonio de artistas donde para mí el amor pasa más por el acostumbramiento del otro que por la aceptación de sus virtudes y defectos, se pueden amar pero no se comunican, no les importa demasiado que tan crueles son y mucho menos cumplir con las normativas de los matrimonios tradicionales donde supuestamente se respeta la fidelidad y se está con tu pareja en “las buenas y las malas”; quizás los matrimonios nunca funcionaron como lo dice la cartilla que nos enseñaron.
Conocí de José Agustín un día en YouTube que encontré una película protagonizada por Gael García Bernal y Verónica Echegui dirigida por Roberto Sneider llamada directamente “Me estas matando Susana”, la verdad ni la película ni el libro me parecieron de una calidad artística importante ni me cambiaron la vida pero si me dejaron la curiosidad sobre porque se considera a este libro (según la publicidad) el primer libro “anti machista” de México, cuando estuve allá en el 2016 no me sentí en un contexto social particularmente machista comparado con Colombia y Argentina (países donde resido) pero claro yo estuve allá solo lo necesario para recorrer un poco el país y comer muchos chiles picantes, no es lo mismo vivir que pasear en un determinado lugar; no sé cómo es el sistema familiar, el sistema de trabajo, el sistema social etc. en el país azteca, no por falta de información sobre el sino porque para poder tener un conocimiento veras sobre un tema tienes que vivirlo en carne propia, lo que si se es que México tiene fama de ser un país con mucho machismo, corrupción y violencia, claro viniendo de Colombia un país del que uno podría decir lo mismo puedo entender un poco el contexto en que se desarrolla la trama.
No sé si “Ciudades Desiertas” sea en efecto el primer libro “anti machista” de México lo que si me pareció fue bastante antiamericano (mejor anti gringo porque americanos somos todos los que nacimos en el continente y norteamericanos también son los Canadienses y sobre los Canadienses no se habla nada en el libro, además si nos vamos a ajustar a la “cultura popular” los Canadienses son las mejores personas del mundo). Eligio llega a Arcadia y la encuentra como una ciudad bonita pero llena de idiotas, como en realidad siente que está poblado todo el país, personas clichés que basan su vida en la banalidad absoluta del consumo, la pérdida de tiempo en actividades poco productivas y la falta de capacidad mental para pensar algo más profundo fuera de que él es una especie de dios azteca por su origen, los gringos son incultos y los que son cultos son Esnobs que juegan a salvar el tercer mundo de la ignorancia por medio de un programa asistencialista; me parece una visión simplista de una sociedad, claro es la manera que tiene el autor de responder a lo que ellos han hecho con los mexicanos convirtiéndolos en un cliché de bigote, sombrero y canciones tipo Speedy Gonzales. Diré que los estereotipos siempre son malos, peligrosos y generan conflictos y muertes, no importa si usas un estereotipo con fines literarios o humorísticos al hacerlo contribuyes a fomentar la intolerancia; claro no creo que el autor quisiera fomentar la intolerancia y la xenofobia con su texto (bueno eso creo yo) pero sí creo que fue su respuesta violenta a años de ataques de su vecino del norte.
¿Puede existir la literatura sin uso de estereotipos? La verdad es un tema bastante controversial que daría mucho para hablar, los estereotipos es verdad nos sirven para generar personajes y situaciones con algún tipo de “universalidad” nos ponemos etiquetas: los Rusos son borrachos, los Gallegos tontos, los Colombianos narcos, los Argentinos petulantes, los Franceses afeminados y un largo etc. de caracterizaciones de la conducta, ¿basados en qué? Quizás la experiencia histórica, quizás alguna película o libro que se hizo famoso (aun muchos en Argentina hablan de la “hamaca paraguaya” a causa de una película), quizás algún comentario de un personaje famoso, quizás no sé; pero la verdad es que nos etiquetamos para poder sentirnos un poco más seguros, para poder sentir que nos conocemos (el mayor temor de la humanidad es a lo desconocido). En muchas expresiones artísticas como el cine y la literatura los usamos para generar ese lugar común donde supuestamente todos entendemos en mismo código, el mismo idioma; todos sabemos que cuando Jean Renno (el famoso actor francés que suele hacer personajes de francés) sale en pantalla usualmente será un policía o sicario vestido de negro y dispuesto a matar, que portara gafas y tendrá un carácter bastante excéntrico y misterioso; así que se nos volvió un lugar común en nuestro pensamiento el creer que Jean Renno es un tipo duro y francés y que todos los tipos duros podrían ser como Jean Renno, un silogismo muy simplista pero necesario para vender una idea conocida. Con darnos un leve paseo en la realidad nos damos cuenta de que los estereotipos no son más que eso y que no corresponden a las personas que dicen representar; pero muchos están tan cómodos en sus sofás que no están dispuestos a hacerlo entonces prefieren creen lo que otros más “letrados y cultos” les dicen que crean y aquí es donde todo se vuelve peligroso y donde nos dejamos llevar hasta el oscuro vértice de la intolerancia (quizás leer y viajar sirvan para romper la intolerancia de la generalización, quizás no, cada persona tiene sus propios procesos mentales; yo pensaría que lo mejor es abrir la puerta y salir a recorrer un poco la calle, ver a los otros y verse a uno mismo sin velos y sin paradigmas pero eso requiere el estar dispuesto a romper nuestros propios miedos y adentrarnos a lo desconocido de lo que creíamos conocido).
Andrés Caicedo (*) el mítico escrito Colombiano (que se suicidó en 1976 con 60 pastillas de secobarbital) había escrito sobre José Agustín luego de leer su obra “De perfil” de 1966 que si el autor puede mantener una producción literaria tan “asombrosa” como ese libro podía afirmar que tendría un “porvenir asegurado” ya que por medio de una ingenua pero peligrosa narrativa arremete contra el orden establecido cuestionando la realidad, desmenuzando la cotidianidad en la que nos acostumbramos a vivir y constituyendo esta una especie de contracultura. Efectivamente a Caicedo le causó gran emoción leer la obra del autor Mexicano y en realidad a mí también me causa muchas emociones de diversa índole, sabiendo en que época fue escrita encuentro muy valiente su postura literaria (aunque su narrativa se me torno compleja de leer y en ocasiones me aburrí no por falta de fluidez sino por falta de aquella estructura tradicional que hace más sencillo el seguir el tramo de las conversaciones entre personajes, bien como experimento pero en mí no funciono) y también me causo ese sabor raro en la boca que te dejan las cosas que te incomodan hasta llevarte a pensar; pero en general no es una novela que me gustara demasiado quizás el uso de estereotipos tan marcados me cause rechazo y el tipo de narrativa como he dicho anteriormente aunque experimental y valiente no es de mi mayor gusto. Lo que si debo decir es que es una novela que debe ser leída como una obra contracultural que responde a muchos de nuestros incomodos deseos y miedos, más en una época donde Donald Trump llego a la presidencia y la ultraderecha parece querer tomarse el mundo muy a lo distopia; debemos poder ver y leer el otro lado de la moneda y en eso la novela de José Agustín es una gran herramienta.
(*) opinion recogida de "El libro negro", recopilacion de las opiniones sobre lecturas de Andres Caicedo. |