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Inicio / Cuenteros Locales / carlosivankelso / EL ASESINO DE GRACIELA ALFANO

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Era una tarde cualquiera, en el otoño del hemisferio sur, en el prestigioso y concurrido Prostíbulo “Sevilla” que ocupaba un edificio completo de Puerto Madero. Aquella tarde era una más de su rutina: políticos, jueces, empresarios, deportistas, artistas, y todas las profesiones que podamos imaginar iban ahí a satisfacer sus instintos sexuales, dejando importantes sumas de dinero a cambio de placer y privacidad.
- Placer y privacidad, con “P” de putas – exclamó la Marquesa de Ávila, la mujer andaluza, con aires de bailaora de flamenco y de cantante de sevillanas y pasodobles, que regenteaba aquel prostíbulo - ¡Qué viva Sevilla, Granada, Malaga, Cádiz, Córdoba, Jaén, Huelva y Almería! ¡Viva Andalucía!
- - No se si tindrà ganes de seguir cridant que Viva Andalusia – le dijo la Tieta Pujol en catalán, la asistenta de la Marquesa de Avila, que significa “No se si tendrás ganas de seguir gritando que Viva Andalucía”
- ¿Porqué lo dices, Tieta?
- Per eixó (Por eso) – señaló la catalana.
- ¡Oh, no! – exclamó la Marquesa de Avila.
De un lujoso auto, una limusina tal vez, se bajó nada más ni nada menos que Graciela Alfano (“Madame Alfano” de ahora en más), con aires prepotentes y soberbios, entró al edificio, tomó un bastón y apuntó a las dos damas españolas (la catalana incluida como española), diciendole a la Marquesa y la Tieta:
- ¡Fush! ¡Fush! ¡Fush! ¡Vengo a exigir lo que me corresponde! ¡Tantos años proveyendo víctimas a los Quesones y todavía no pude recuperar mi aspecto, como lo tenía en 1978! ¡Fue lo que me prometió Lady Dumitrescu!
- ¿Qué quiere? – dijo la Marquesa.
- Ya se lo dije, recuperar el aspecto que tenía en 1978, era lo pactado con Lady Dumitrescu, por eso pagué ochenta millones de euros a la Fundación. Fush, fush, fush, se que Dumitrescu posee alta magia, hechicería del más alto nivel, exijo que haga los hechizos correspondientes, quiero estar como en 1978, cuando me acostaba con El Almirante, fush, fush, fush.
La sola mención de “El Almirante”, sin siquiera decir su nombre, hizo temblar a la andaluza y a la catalana, y eso que estaban acostumbradas a tratar con asesinos crueles y sanguinarios, pero la mención de ese ser deleznable asusta a cualquiera.
La catalana le dijo entonces al oído a la andaluza:
- Hem d'aplicar el pla "Catalunya Lliure". (Debemos aplicar el plan “Catalunya Libre”).
- No queda otra.
La Marquesa de Avila le dijo entonces a Madame Alfano:
- Debo informarle que lamentablemente Lady Dumitrescu no está más entre nosotros, ha fallecido el último 18 de mayo.
- ¡Noooooooo! – gritó Madame Alfano con furia – Esa vieja asquerosa y repelente, que parecía joven, más joven que yo en 1978, pero era más vieja que Legrand, me hizo pagar millones de euros para esto.
- Lo lamento mucho – dijo la Marquesa – estaba sana, radiante de fuerza y vitalidad, pero su corazón la traicionó y falleció cuando estaba en Mónaco, disfrutando de su luna de miel.
- ¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡Fush! ¡Fush! ¡Fush! – gritaba Madame Alfano mientas con el bastón rompía todos los adornos que había a su alrededor - ¡Me prometió que con su magia volvería a ser la de 1978! ¡Voy a denunciar este antro del pecado y de la perdición! ¡Ustedes irán presas por prostituir a chicas jóvenes e inocentes! ¡Las cámaras de televisión estarán acá y el escandalo será mayúsculo!
- No le prometo nada, Madame Alfano – dijo la Marquesa de Avila, resignada y asustada – pero le aseguró que tengo acceso al testamento que nos dejo Lady Dumitrescu, ahí puedo descifrar sus hechizos y conjuros.
- Entre per aca – dijo la catalana a Alfano, mientras la invitaba a ingresar a un cuarto.
Madame Alfano permaneció con gesto de enojo, prepotencia y altanería, mientras las dos damas españolas revisaban viejos pergaminos, libretas, apuntes y cuadernos que dejó Lady Dumitrescu. Tras un largo rato, donde Alfano contuvo la furia, la andaluza y la catalana hablaron entre ellas. Alfano, cada tanto, decía:
- Fush, Fush, Fush, Fush, Fush, Fush.
Finalmente, la Marquesa se dirigió a Alfano y le dijo:
- Os ofrezco una solución, no es fácil, pero parte de la energía de Dumitrescu puede pasar a vuestro cuerpo, y así adquirir, sus hechizos y magia, y usted convertirse en una hechicera tan potenta como ella.
- ¿Qué hay que hacer?
- Ir al Cementerio de la Chacarita, en una noche de luna llena, donde esta enterrada nuestra querida benefactora, Lady Dumitrescu.
- ¿No había muerto en Monaco?
- Trajeron el cuerpo para aca.
- Que raro, me había dicho que quería que la cremaran y que sus cenizas las esparcieran en distintos lugares de Rumania.
- Después cambió de idea.
- Siga, por favor, siga.
- Bueno, una noche de luna llena, Dumitrescu debe ser desenterrada, y con una estaca ponerse sobre su pecho, y realizar las palabras mágicas.
- ¿Cuáles?
- No las podemos pronunciar, usted tampoco, hasta no estar en ese lugar y con el cadáver de Lady Dumitrescu, y la varita mágica, no una cualquiera, la de Olivander. Son estas. Las maldiciones imperdonables, las que ni Dumitrescu se atrevía a usar.
- Yo las usaré – dijo Madame Alfano – Ja, ja, Fush, Fush, Fush, Fush, ja, ja.
La Marquesa le dio entonces un papel escrito donde estaba la inscripción “Omnium magica maleficia et potestatem transtulit Romanian domina mihi in potentissimus patieris vivere qui nostrae telluris hemisphaeria, Accio, Wingardium Leviosa, Ridikulus, Expelliarmus, Espectro Patronum, Imperium, Imperium, Imperium, Crucio, Crucio, Crucio, Avada Kedavra, Avada Kedavra, Avada Kedavra”.
Madame Alfano, con una mirada sarcástica, tomó la inscripción y dijo:
- Hoy es luna llena. Hoy es el día. Ja, ja, ja, ja, ja, ja – la risa retumbó en todos lados, hasta la andaluza y la catalana quedaron asustadas.

La oscuridad era total en el Cementerio. La misma se vio interrumpida por una luz de linterna que empezó a avanzar en forma sigilosa. Quien llevaba la linterna era una silueta de mujer, era Madame Alfano, avanzando en las galerías de nichos en medio de la Chacarita, un lugar lúgubre y triste, no hacen faltan mayores descripciones.
Algunos malvivientes y pordioseros, que habitaban en el Cementerio, interceptaron el paso de Alfano, pero hasta con la varita mágica, se les fue sacando de encima…
- Ava… - se interrumpió Madame Alfano – no, no vale la pena. ¡Crucio! ¡Imperio! ¡Crucio! ¡Imperio! ¡Crucio! ¡Imperio!
El camino se fue despejando para la malvada Madame Alfano, que se acercó a la Galería 21, y más precisamente busco el nicho 243. Sabía que estaba allí, porque lo había visto a la tarde, cuando el Cementerio esta abierto, cuando se acercó para investigar si la tumba de Dumitrescu era real, por cierto, sí que lo era. El Nicho 243 señalaba la inscripción “Oana Raluca Dumitrescu” (18 de mayo de 2019).
- Ja, ja, acá esta – dijo Madame Alfano.
Madame Alfano tomó un martillo y una estaca, y empezó a la tapa de aquel nicho, ubicado debajo de todo, en la fila más inferior de aquella galería, tras algunos minutos, pudo desprender la tapa y abrió el nicho. Alfano contempló el ataúd en el que había enterrada Oana Raluca Dumitrescu. Lo sacó afuera, con gran esfuerzo, pero pudo sacarlo.
- Ni yo misma puedo creer que tenga tanta fuerza para poder haber abierto esta tumba y sacado el ataúd, pero lo hice. El poder de la hechicera ya esta llegando a mí.
Abrió el ataúd, y vio a Oana Raluca Dumitrescu, con asombro, Madame Alfano exclamó:
- ¡Increíble! ¡Parecía una chica de veinte años! ¡Debería haber sido consumida pero parece que la embalsamaron!
Alfano tomó la varita y se aprestaba a decir las palabras que le pasó la Marquesa de Avila. Agarró la varita mágica, y la puso a la altura del pecho, ahí empezó a notar algo raro.
- ¡Oh, no! – exclamó Alfano - ¡Esto no es el cadáver de una mujer! ¡Es una muñeca de cera como las que hacen en Madame Tussauds!
- Claro que es una muñeca de cera, es que acaso creístes que Lady Dumitrescu había muerto? Ja, ja, ella no es eterna, pero seguirá muchos años más entre nosotros – era una voz masculina.
Madame Alfano levantó la vista, vio frente a ella a un hombre vestido todo de negro, con guantes, capas y galera, al estilo del Londres de la Reina Victoria y exclamó:
- ¡Carlos Calvo!
- El mismo Quesón que a tantas mujeres asesinó y que ahora viene a reparar un error que se cometió hace décadas, tu pacto con los Quesones ha finalizado hoy.
No creo – dijo Madame Alfano, extendió la varita y lanzo la maldición asesina, el hechizo más imperdonable de todos los hechizos imperdonables - Avada Kedavra. Avada Kedavra. Avada Kedavra.
Pero Carlos Calvo permanecía ahí, incolumne, como sí el hechizo no le hiciera ningún efecto, el Quesón le dijo:
- Pero no idiota, ¿Te crees que por decir Fush y hacer trabajitos menores de magia negra podes hacer un hechizo como ese? El Crucio y el Imperio puede ser, pero el Avada Kedavra no tiene efecto cuando tengo un Queso en mis pertenencias. Mira el Queso, el Queso, el Queso.
Carlos Calvo le mostró el Queso a Madame Alfano, que lo veía con la boca abierta. Era un Queso enorme, que Carlos Calvo tiró al piso, mientras siguió hablando.
- Vos sos una Muggle, una Sangre Sucia, como dirían los Malfoy, los Slytherin, aunque tu signo sea la de la serpiente, como el de ellos. Ja, ja, eso solo lo puede hacer egresados de Hogwarts, Beauxbatons, Durmstrang o Castelobraxo, la escuela de magia para los sudamericanos como nosotros.
- ¡Noooooooo! ¡Vos no tendrías que estar aca! ¡Estas muy enfermo! ¡Postrado!
- Y no le han mentido, pero hoy ya hora estoy aca, aca estoy y con esto, que es más poderoso que esa varita mágica que tenes – Carlos Calvo saco un enorme cuchillo que sostenía con los guantes negros.
- Hace cuarenta años pude escapar de Carlos Monzón, que me iba a asesinar, ahora escaparé de vos, Carlos Calvo.
- De ninguna manera, esta vez no escaparas, aunque este sea el último asesinato que cometa, lo cual es muy probable.
- Los Quesones no asesinan mujeres mayores de sesenta años, ja, ja, tengo sesenta y seis, es parte del Código.
- Pero yo sí puedo asesinarte, Alfano, porque tengo más de sesenta igual que vos, es curioso, no me dejaban quesonearte en mi plenitud de Quesón, pero ahora sí, porque soy el único Quesón que puede hacerlo, ja, ja, tengo tu misma edad. Voy a terminar lo que Carlos Monzón dejo inconcluso hace cuarenta años.
- ¡Noooooooooooooooo! – gritó Madame Alfano, mientras se arrinconaba contra la galería de los nichos.
El asesino, cuchillo en mano, le clavó el mismo a la altura del estómago, una herida profunda que le atravesó el cuerpo, Carlos le hundió el cuchillo hasta el mango, después le asestó una segunda herida de iguales características, una tercera cuchillada a la altura del pecho, una cuarta en el cuello, la sangre fluía por todos lados, las puñaladas siguieron, las cuchilladas también, en todos lados, ya eran cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, ahí Carlos Calvo dio por terminada su tarea.
- Queso – dijo entonces Carlos Calvo tirando un gran Queso sobre el cadáver de Madame Alfano, que quedó ahí en la galería de nichos.
Dicen que las ratas, ratones y otros roedores atraídos por el olor del Queso se acercaron al cadáver de la Bruja Alfano, se comieron todo, todo, y no dejaron nada. Nada, nada, nada.
La Marquesa de Avila misma fue a contemplar a la Chacarita lo que había pasado, pero no encontró nada. Lo cual en realidad era muy bueno. Sí a algunos indigentes que dijeron haberse dormidos cuando una bruja igual a Alfano les decía “Crucio” e “Imperio”. Supo que Carlos Calvo seguía inmerso en su grave enfermedad.
- Pobre. Quizás lo de ayer haya sido su último crimen. Qué gran Quesón. El tipo amasijaba minas alla en 1990, cuando no tenía la competencia de un Bossio, un Delfino o un Fernández Lobbe, hasta dicen que el les enseñó a ser asesinos a todos. Maestro de los Quesones. El Quesón Supremo. No se imagina el servicio que le prestó a los Quesones por eso de ayer. El error de Carlos Monzón de hace cuarenta años de dejar con vida a esta bicha a cambio de Quesos y más Quesos ya ha sido reparado.
La andaluza tomó el WhatsApp y se comunicó con Lady Dumitrescu, que gozaba de la vida en un bar de la Costa Azul Francesa, mirando al Mar.
- Dumitrescu, Madame Alfano ha sido Quesoneada.
- Perfecto. Sabía que tarde o temprano esa bicha nos iba a traicionar, menos mal que mi plan funcionó a la perfección.
- Mejor imposible. ¿Cuándo volverá, Dumitrescu?
- No es tiempo de hacerlo aún, quizás me quede acá, mañana tengo ganas de desayunar en Venecia, ja, ja, saludos, Marquesa. Bonne vie à tous. Ja, ja, ja.
Las risas de Dumitrescu se escucharon en la Costa Azul, Venecia, Buenos Aires, y quizás hasta en Marte o en Venus. Colorín Colorado, y Dumitrescu de la vida sigue disfrutando.

Texto agregado el 14-07-2019, y leído por 102 visitantes. (0 votos)


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