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Inicio / Cuenteros Locales / carlosivankelso / TRIPLE QUESO PARA CARLOS BOSSIO

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Mediados del año 2004, después de algunos años de olvido, de languiceder sin mayor suceso en el fútbol portugués, el popular arquero Carlos “Chiquito” Bossio, ex Estúdiantes de La Plata, regresó al fútbol argentino, a jugar en Lanús. Con una presencia bastante mediática en su época de Estudiantes, su regreso no pasó desapercibido para nada, dado que por enésima vez TyC Sports le preparó una entrevista para recordar el famoso gol de cabeza a Racing, el 12 de mayo de 1996, el primer gol de un arquero en la historia del fútbol argentino, que no fuese de tiro libre ni de penal.
- ¿Te dicen Quesón? – una de las preguntas – Es lo que sale en Wikipedia.
- ¿Wikipedia? ¡Ja, ja! – se río Carlos - ¿Qué es eso?
- Una enciclopedia de Internet, existe desde 2001.
- No la conocía, me voy a fijar.
- ¿Pero te dicen o no te dicen Quesón?
- Debe ser que calzo cincuenta, y tengo los Quesos grandes, ja, ja. Además me gusta mucho el Queso. Demasiado. Soy una Quesoviano, como solamente Queso, ja, ja.
- En los noventa hubo un asesino serial que apuñalaba mujeres y les tiraba un Queso. Le decían Quesón. La prensa lo llamaba de esa manera.
- Ja, ja, ja – se río Carlos – Sí, recuerdo el caso. Seré un #serialkiller entonces.
- Para las familias de las víctimas, que fueron muchas, quizás no sea tan gracioso.
- Mira, a mí lo de “Quesón” me lo puso un pibe en 1997. Te voy a contar la anécdota, era un estudiante de periodismo. No me acuerdo como se llamaba, creo que era Pablo o Alejandro. Fue después de un Ferro vs Estudiantes, el chabón entró al vestuario, a mí me estaban masajeando los pies, me vio y me dijo: “Qué pies gigantescos que tenes Chiquito, y que fuerte huelen”, yo le contesté “Y sí pibe, recién termina el partido, a que queres que huelan, a perfume francés?”, el pibe me dijo, medio enojado “A vos deberían decirte el Quesón Bossio, no Chiquito Bossio, porque sos un buen Carlos, el Carlos de los pies olorosos y los huevos largos”. Mis compañeros escucharon y a partir de ahí fue “Quesón” para todos, sobre todo para los hinchas rivales.



La entrevista pasó a otros planos, como su carrera deportiva, su paso por los Juegos Olímpicos de Atlanta, la selección nacional, el deseo de revancha en Atenas 2004, cita a la que finalmente no fue convocado, y hasta comentarios sobre su altura (1,95 metros) y su enorme calzado (50).
- Aca no hay mucho para los Quesones, perdón patones, como nosotros. A veces veo zapatos lindos, pero no hay talles.
- ¿Vas a una zapatería especial?
- Sí, hay una, que hace publicidad en Internet y se especializa en los tipos que como yo, calzamos mucho, yo llegue a ser el futbolista con los pies más grandes del fútbol argentino, creo que tengo el record absoluto de la historia, es un pie de basquetbolista, no de futbolista, aunque soy arquero, claro, seguramente ahora que estoy de regreso, recupero ese sitial de privilegio.
- ¿Te gusta ser el futbolista más patón?
- Es un orgullo. Me encanta tener pies grandes, muy grandes, con un olor fuerte, penetrante, asfixiante, huelen a Queso, y sí, son pies, los pies huelen a Queso.
Semanas después, Carlos Bossio ya atajaba otra vez en el fútbol argentino, volviéndose otra vez una figura muy popular, no tardó en arrebatarle el puesto de arquero titular al uruguayo Claudio Flores y se convirtió en capitán del equipo.
Muchos rumores comenzaron a circular sobre su figura, casi idénticos a lo que se decía en los noventa, antes de su ida a Europa, que era el Quesón, el asesino serial de mujeres, el serial killer, y cosas por el estilo.



A Bossio lo llamaron para el programa de Marcelo Tinelli, que en el 2004, aún no había comenzado con las interminables sagas de Bailando por Un Sueño. Tras hacer de monigote jugando como arquero con su enorme cuerpo, Bossio tuvo un encuentro con la modelo María Susini, de casualidad en aquel programa.
- Qué alto que sos, no puedo creer que te digan Chiquito – dijo Susini.
- Muy alto, mido 1,95 metros, y mira los pies que tengo.
Bossio levantó los pies, a Susini le impresionaron por partida doble, por el tamaño y el intenso y asfixiante olor que despedían.
- No lo puedo creer. ¿Cuánto calzas?
- Cincuenta. Y mira el olor que tiene, por algo en el fútbol me llaman Quesón.
- ¿Quesón? Ja, ja, me causa gracia ese apodo.
- Sí queres podes probar mis pies.
- ¿Probar tus pies? ¿Qué estas insinuando Carlos?
- Nada, nada, no importa, hace de cuenta que no te dije nada.
- No, no, Carlos, me dijiste sí querías que probaras tus pies.
- Sí, los podes chupar, oler, besar, lamer, es una técnica sexual muy antigua, aca por que es un país muy pelotudo, pero en Estados Unidos y Europa es una técnica muy habitual. El hombre es el dominante, la mujer la sumisa, el dominante la somete a sus pies, despues fiesta sexual.



- ¿Vos practicas eso?
- Sí, pero tómalo como solo un comentario, no le des importancia, Susaeta.
- Susaeta no, Susini. ¿Vos te llamas? ¿Cómo es tu nombre?
- Carlos. Mi nombre es Carlos.
- Carlos. Hermoso nombre para un hombre. Tuve un novio llamado así, Carlos, es como la perfección de un hombre llamarse así.
- No es para tanto, es lindo nombre sí, pero no para tanto.
- ¿Y si aceptará?
- ¿Aceptar qué?
- Que me sometas a tus pies.
- Ja, ja, yo solo lo dije, no quería comprometerte.
- No, ahora quiero avanzar en eso, quiero probar esa técnica sexual. Estoy dispuesta a todo.
- Vamos a mi departamento entonces.
Rato después, Carlos Bossio y María Susini estaban en el esplendido departamento dúplex que el arquero poseía en la zona de Caballito, más exactamente en la calle Thompson.
Era un departamento cómodo y amplio, donde había una cuarto especial, una bodega de Quesos, con toda clase de Quesos, aunque las hormas de Gruyere y Emmenthal predominaban por sus tamaños y sus agujeros.
Susini no vio aquel cuarto, pero sí vio las ilustraciones que había colgadas como en cuadros alrededor de la habitación, donde Bossio era un #serialkiller que asesinaba mujeres.
- ¿Qué son esos dibujos?
- Ja, ja, ja – río Carlos – me los regalaron en Portugal, arte gore, slasher o giallo, tiene esos nombres, decían que tenía pinta de #serialkiller y me dedicaron un cómic, donde usaron mi figura para el personaje del asesino.



- Ja, ja, ja – se río Susini – muy gracioso Carlos, pero dale, vamos a lo nuestro.
Susini se tiró al piso, en una alfombra, Bossio se sacó los zapatos y las medias, quedando descalzo, el olor a Queso era impresionante, muy fuerte, apestante, el arquero puso sus pies sobre Susini.
- ¡Qué olor a Queso! – exclamó Susini.
- ¡Viste Susini! Por eso un cómic que me dedicaron se llamaba “El Asesino tiene olor a Queso”, ja, ja.
Bossio la sometió a sus pies, Susini no paro de olerlos, besarlos, chuparlos y lamerlos, estaba como poseída, se revolcaba por el piso, una y otra vez, disfrutaba de la acción, después de un largo rato, Bossio empezó a chuparle las tetas, besarle el culo, la concha, Susini entonces se abrió de piernas.
- Cogeme Carlos.
- Con mucho placer lo haré.
El arquero la penetró por la vagina con gran fuerza y salvajismo. Susini quedó encantada y extasiada vivió aquella experiencia. Estaba muy contenta, eufórica, tanto que no se dio cuenta que Carlos se paró, se vistió, se puso guantes negros, y agarró un cuchillo, un gran cuchillo, y con el gran cuchillo en las manos, se fue acercando a Susini.
Extasiada, Susini le daba la espaldas, no veía a Carlos acercándose a ella cuchillo en mano, lo que si vió fue un gran Queso, una horma gigantesca de Queso Emmenthal luciendo sobre una mesa.
- ¿Y ese Queso, Carlos?
- Es para mi cumpleaños, es la semana que viene, el miércoles 1 de diciembre, en vez de torta, tengo un Queso.



Susini le seguía dándole la espalda a Carlos, no veía que el arquero levantaba el cuchillo y parecía dispuesto a apuñalarla por la espalda.
- ¿Queso de cumpleaños, ja, ja? ¿Tu cumpleaños es el miércoles 1? ¡Yo te lo voy a organizar! ¡Invitaré a unas amigas y la pasaremos muy bien! ¿Qué te parece?
Carlos agarró el cuchillo y lo clavó sobre la mesa, sin que Susini se diera cuenta, de tan extasiada que estaba, no tardó en contestar.
- La verdad me sorprendes, no figuraba en mis planes, pero sí, dale, es una buena idea. Vamos para adelante.
Susini se levantó, se vistió, y no se imaginaba que estuvo a punto de ser asesinada por Carlos Bossio. Este guardo el cuchillo, y pensaba “No la asesiné hoy, no importa, ahora que vengan las amigas, tengo la sensación que tiraré muchos Quesos”.
Susini se fue muy contenta, y al día siguiente, fue a cenar con Bossio a un lujoso y caro restaurant de Puerto Madero, para definir la lista de invitados y la fiesta quesera. Mientras Susini comía una espléndida comida vegetariana, Carlos se alimentaba de un plato compuesto por cinco porciones de Queso: Gruyere, Emmenthal, Parmesano, Pategras y Roquefort. Como un ratoncito voraz, Carlos devoró el Queso, y pidió una segunda porción.
Justo en aquel momento, dos modelos muy jóvenes y bellas, Yesica Toscanini y Lara Bernasconi, justo pasaban por ahí, dado que participaban en una producción de fotos en Puerto Madero. Saludaron a Susini, que era muy amiga de ellas.



- Hola Carlos, te presentó a mis amigas, Lara Bernasconi y Yesica Toscanini.
- Lara – dijo Carlos – Lara, como “La canción de Lara” de Doctor Zhivago o Lara, la madre de Superman. Y Yesica, con “ye”, no con “jota”, Yesica, como Yesica Yolanda, nombre bien del conurbano profundo, je, je.
- Qué gracioso – dijo Lara Bernasconi – Je, je, ¿Es tu novio, María?
- Un amigo.
- Un amigo de los Quesos, un Quesón, ahí me traen la segunda porción de los Quesos – dijo Bossio.
El camarero dejo el plato con los Quesos, mientras Carlos los devoraba, Susini, Bernasconi y Toscanini siguieron hablando sobre el mundo del modelaje. Carlos realizó algunas intervenciones en aquella conversación. El sábado, después de que Lanús jugara un partido del campeonato, Bossio acompañó a Susini a una fiesta, y otra vez se encontraron con las modelos, Carlos se mostro como un tipo fanfarrón, soberbio, un patoso, como dirían en España, remarcando su condición de patón (“Calzo cincuenta” repetía como un mantra), orgulloso de llamarse Carlos y muy devorador de Quesos. Pasaron unos días, y llegó la celebración del cumpleaños de Carlos Bossio, el miércoles 1 de diciembre.



Aquel día, en las primeras horas de la tarde, cuando Yesica Toscanini y Lara Bernasconi, finalizaban una nueva sesión de fotos en Puerto Madero, Yesica le dijo a Lara:
- Me acaba de llamar Susini, nos invitó a las dos al cumpleaños de Carlos.
- ¿Carlos? – fue la respuesta de Lara - ¿Cuál Carlos? Conozco muchos Carlos.
- Si te dije Giselle, me refiero al novio de ella, Carlos Bossio. El pelotudo que estaba con ella el otro día.
- Uy, a ese Carlos no lo soporto, es muy pedante, fanfarrón, siempre está llamando la atención. Me pareció un idiota el otro día, se vanagloriaba de comer Queso, del nombre Carlos y del tamaño de los pies, decía todo el tiempo que calzaba cincuenta.
- Yo también tengo la misma opinión sobre él, además tiene un olor a Queso apestante, intenso, sofocante. Es re alto, mide un metro y noventa y cinco, y sí, tiene unas pies re grandes, calza cincuenta, le tienen que hacer zapatos a medida.
- El otro día, cuando hablábamos con Susini, este Carlos se sacó los zapatos y todos nos desmayamos del olor a Queso que tenía. Muy fuerte.
- Bueno, en ese caso, iremos a la fiesta, y le regalamos algo que necesita, un desodorante, un talco para pies, un Efficient, de tamaño extra large, acorde con esos pies gigantescos.
- Excelente idea, la acompaño.




Entonces, aquella noche, en un gran salón de un lujoso hotel de Puerto Madero, Lara y Yesica concurrieron al cumpleaños de Carlos Bossio, llevaron dos grandes paquetes como regalos. El agasajado concurrió a recibir a las invitadas.
- Hola chicas, bienvenidas – les dijo Carlos.
- Hola Carlos – dijo Lara – espero que te guste el regalo. Aca lo tenes, es de las dos.
Carlos abrió el paquete y para su sorpresa eran dos grandes paquetes de desodorantes para pies, de la marca Efficient. A Carlos le pareció una broma de mal gusto, y no pudo disimular su fastidio al ver el regalo.
- ¿Qué significa esto, chicas?
- Es para tus pies, para que huelen bien, Carlitos.
- El desodorante es extra large, acorde con tu tamaño, “Chiquito” – dijo Bernasconi.
A las dos chicas Carlos les parecía un zopenco y le regalaron algo que era para el churrete. La fiesta transcurrió y pese a la evidente broma, las chicas la pasaron muy bien. Fue una fiesta muy extraña, las chicas se dieron cuenta que entre los invitados había muchos hombres que se llamaban Carlos, en una cantidad excesiva, además de muchos jugadores de fútbol y además, que en lugar de torta (o pastel) de cumpleaños, había un Queso. Un enorme y gigantesco Queso.
Pero el momento cumbre de la fiesta de cumpleaños fue cuando se abrió un telón como de cine, y proyectaron dos breves filmaciones.
“Hola Carlos, soy Carlos Delfino, desde Detroit, sabes que este año es mi primer año en la NBA, y me hubiera gustado estar allá, compartiendo tu cumple, como vos lo mereces, te mandó un gran saludo a la distancia, pero la NBA es la NBA, ya sabes que para un Carlos no hay nada mejor que otro Carlos, para un Quesón no hay nada mejor que otro Quesón, te quiero mucho, y aunque estés lejos, tendrás mi regalo, ¡Queso!” era el saludo de Carlos Delfino, el basquetbolista, en la primera filmación.



“¿Cómo andas Carlos? ¡Feliz Cumple, Quesón! Soy Carlos Ignacio Fernández Lobbe, tu hermano del alma en esto de los Quesos, hubiera dado todo por estar allá, pero las campañas del rugby profesional son así, aca en el Sale Sharks vamos por la Copa Desafío de Europa, tendrás mi regalo ¡Queso!” era el saludo de Carlos Ignacio Fernández Lobbe, el rugbier de Los Pumas.
Dos hombres entraron entonces al salón, con dos grandes bandejas, en ambas había un Queso. Los dos camareros se pareron ante Carlos Bossio y le dijo:
- El Queso, regalo de Carlos Delfino.
- El Queso, regalo de Carlos Fernández Lobbe.
Carlos Bossio recibió muy entusiasmado los dos Quesos, mientras Carlos Calvo, su maestro y guía espiritual en el Mundo Quesón, a un costado suyo, le dijo al oído: “Recorda el Código Quesón, Carlos, cuando un Quesón recibe un Queso de otro Quesón, debe usar ese Queso en el primer asesinato que comete despues de recibir el Queso, y vos tenes Quesos por partida doble, ja, ja, que digo doble, triple, yo también te regale un Queso”
“Je, je” fue la respuesta de Carlos Bossio.



Mientras tanto Lara y Yesica la pasaron muy bien, mejor que bien. Dicen que un joven jugador de Lanús llamado Cristián “el Ogro” Fabbiani se acercó a Lara y le dijo:
- ¿Te parezco atractivo?
- Sos alto y patón, seguro te llamas Carlos, como el cumpleañero, hay muchos Carlos en esta fiesta.
- No, ja, ja, yo no me llamo Carlos, me llamo Cristián, me hubiera gustado ser un Carlos, pero no pudo ser.
- Pareces Shrek. Te dicen el Ogro, seguro.
- Muchos me lo dicen.
Lara lo tomó de la cintura al Ogro Fabbiani y le dijo:
- Sois lindo pibe.
- Vos también.
Y entonces ahí nomás, y sin mayores palabras, la penetró por la vagina, que bien la pasaron.



Lo mismo le ocurrió a Yesica, muy jovencita, que se sorprendió al ver a Juan Sebastián Verón entre los invitados.
- ¿Pero vos no estabas en Inglaterra?
- Soy súbdito de la Reina Isabel, Su Majestad Reptiliana, perdón, Su Majestad, es verdad, pero me vine unas horas, para estar con mi amigo “Chiquito” Bossio.
- Deberías llamarte Carlos, Bruja.
- Todos me dicen Sebastián, pero me pusieron Juan, por mi viejo, Juan Ramón Verón, “la Bruja”.
- Seguro en Inglaterra te garchas a las mejores minas.
- Ahora estoy en Italia, juego en el Inter.
- ¿Pero Italia no es la Capital de Inglaterra?
- Sí, y Roma es una provincia de París.
No hubo más palabras, porque no terminaba de decir “París” cuando Verón la penetró a Toscanini, que disfrutó mucho de aquella experiencia. El goce sexual fue total.
La fiesta fue inolvidable, pero termino, y faltaba poco para que la noche se convirtiera en día, Lara y Yesica, eufóricas, se fueron juntas, dado que tenían que viajar juntos a la Ciudad de Córdoba, en avión, a otra producción cinematográfica.
Lara estaba muy cansada, fue al baño, y al salir se dio cuenta que Yesica dormía profundamente, Lara pensó:
- Yo la pasé muy bien con el Ogro, pero ella la paso mejor con Verón. No tengo dudas.
Muy tranquila, cansada pero repleta de gozo y euforia, Lara se echo a dormir como cualquier otro día. Sabía que iba a dormir apenas unas pocas horas, a las nueve debían levantarse para ir a tomar el avión.



A las nueve sonó el despertador. Lara se despertó y pensó: “Otra vez de pie, pero que bien la pasamos”. Sin embargo, cuando despertó, intentó moverse, pero estaba atada de pies y manos. Totalmente inmovilizada. De repente, vio como un enorme y gigantesco pie de hombre se poso sobre su cara. El olor a Queso de este pie era apestante, intenso y sofocante. Lara creía conocer aquel olor a Queso.
- Espero que disfrutes del olor a Queso que tengo en los pies – era la voz de Carlos, de Carlos Bossio, Lara la reconoció inmediatamente – como verás no use ese polvo de mierda que me regalaste para mi cumpleaños, pero sí te voy a tirar el Queso que me regaló Carlos Delfino..
Lara intentó zafar pero no pudo, se movió, pero estaba atada, no tuvo otra alternativa y debió oler el pie de Carlos Bossio. No solo lo olió, también lo besó, chupó y lamió. Primero, el pie derecho, después el izquierdo. Al principio le pareció algo asqueroso, repugnante, pero despues le encantó la experiencia, se sentía como drogada, extasiada o poseída.
- Gracias Lara, seguramente te gusto mucho mi olor a Queso. Ahora le toca a tu amiga.
Lara intentó volver a un costado y vio como su amiga Yesica, también estaba atada de pies y manos a la cama, sin poder moverse, igual que ella.
- Yesica, tu amiga Lara ya disfrutó de mi olor a Queso, ahora llegó tu turno – le dijo Carlos Bossio.
Carlos primero puso su pie derecho sobre la cara de Yesica y luego el izquierdo. Una repetición exacta, Yesica lamió, besó, chupó y olió los pies de Carlos. Lo que al principio era una humillación, se convirtió en un goce.
Finalizado el ritual de los pies, Carlos tomó un enorme cuchillo con los guantes negros con las que tenía envueltas sus manos, y les dijo a las chicas:
- Me jugaron una broma pesada, no sabían que se metían con un asesino serial. Soy el “Queson”, el asesino serial que apuñala chicas como ustedes y después les tira un Queso. Ja, ja.



Carlos agarró el cuchillo y se los pasó encima a los dos chicas, que sufrieron el frío filo del cuchillo en carne propia, levantó el cuchillo, lanzó una cara de asesino y parecía que las iba a apuñalar, pero en vez de hacerlo, las desató.
- Ja, ja, ja – comenzó a reir Carlos – no tengan miedo chicas, esto es un juego, jueguen ustedes chicas.
Lara entonces le tocó las tetas a Yesica, y esta empezó a chuparle los pezones, despues hicieron lo mismo entre ellas, se tocaron las tetas, las chuparon, despues la concha, se hicieron cosquillas, se chuparon el culo, y mientras chupaban el culo, Carlos les dio patadas a las dos, fuertes patadas, patadas de futbolista, aunque Carlos era arquero.
- Ja, ja, ja – río otra vez Carlos, dueño de la situación, agarró los dos Quesos.
El Queso que le regalo Carlos Delfino lo tiró sobre Lara Bernasconi, el Queso que le regaló Carlos Fernández Lobbe lo tiró sobre Yesica Toscanini. Las dos chicas quedaron atontadas por el golpe que recibieron de los Quesos y Carlos aprovechó para volverlas a atar.
Carlos se tiró encima de Lara y la penetró con fuerza y salvajismo por la vagina, fue una relación muy intensa.
- No cojo mejor que el Ogro Fabbiani, pero yo soy un Quesón, y el no.
Terminó de coger con Lara, e hizo lo mismo con Yesica, otra vez la furia y el salvajismo, repitiendo la frase.
- No cojo mejor que la Bruja Verón, pero yo soy un Quesón, y el no.
Finalizada las cogidas, Carlos agarró otra vez el cuchillo y dijo:
- Lo siento, pero ambas morirán.



Sin mediar ninguna palabra más, Carlos asestó una brutal puñalada a Bernasconi, clavándole el cuchillo en medio de las tetas, la herida fue salvaje, y a continuación le dio un fuerte corte por todo el cuerpo, algo casi igual hizo minutos después con Yesica.
Cuchillazo va, cuchillazo viene, apuñaló salvajemente a las dos chicas, a una le dio como ciento quince cuchillazos, a la otra unos ciento veinte.
Al finalizar tomó el Queso, el Queso que le regaló Carlos Delfino, lo tiró sobre el cadáver de Lara y dijo en voz alta:
- Queso.
Tras realizar esto, tomó el otro Queso, el que le regaló Carlos Ignacio Fernández Lobbe, y lo tiró sobre el cadáver de Yesica diciendo en voz alta:
- Queso.



Carlos Bossio se retiró del lugar con la misma impunidad con la que había llegado, pensando en quien sería su próxima víctima. Aunque mucho no debía pensar, con el cuchillo ensangrentado en sus manos, pensó:
- Ja, ja, es obvio quien debe ser mi próxima víctima. Debo completar lo que inconcluso quedó. María Susini voy por vos.
Susini esperaba a Carlos en el departamento del arquero, se abrió la puerta, Susini le dijo:
- ¿Dónde estabas Carlos?
- Tuve que hacer. La vida del futbolista es muy exigente.
- Lo sé. ¿Sabes una cosa Carlos, pensé en reemplazar esos cuadros horribles que hay aca por unas pinturas de Dalí y cosas en referencia a Gaudí, todo catalán, muy catalán?
- ¿Dalí? ¿Quién es Dalí y el otro, Gaudí? No me gustan esas cosas, Susini.
- Y a mí no me gustan esos dibujos.
- Chupame los pies, Susini.
Como extasiada y poseída, Susini se arrodillo ante Carlos, y empezó a olerle, besarle, chuparle y lamerle los pies, el olor a Queso de Bossio era impresionante, apestante, había aumentado con los dos asesinatos que había cometido aquella mañana. Susini quedó sometida primero al pie izquierdo, despues al derecho.
- Disfrutaste de mis pies, quiero disfrutar de tus tetas – dijo Carlos.
Empezó a chuparle las tetas, los pezones, ahí la penetró por la vagina, con furia, con salvajismo, se movió todo, tembló Caballito, al terminar, Susini estaba otra vez extasiada.
- ¿Y ahora Carlos?
- Ahora, morirás, el Queso, el Queso que me regaló Carlos Calvo.
- ¡Noooooooooooooooo! – gritó Susini, pero ya era tarde



Con una furia indescriptible, Carlos cuchillo en mano, se tiró encima de la modelo, y le clavó el cuchillo, se lo hundió hasta el mango, en los pechos, le dio un corte brutal, de izquierda a derecha, otro de derecha a izquierda, y así la apuñaló en forma salvaje, fueron ciento veintiún puñaladas, cortes en todo el cuerpo.
- Queso – dijo Carlos Bossio tirando el Queso sobre el cadáver de María Susini, no cualquier Queso, el tercer Queso, el que le regaló Carlos Calvo.
El cadáver de Susini quedó ahí, apuñalado y ensangrentado, con el Queso encima, Carlos con una gran tranquilidad, lo envolvió en la frazada, y lo metió dentro de una bolsa de dormir. Lo sacó de su departamento, con gran parsimonia, mientras iba al entrenamiento de Lanús, agarró Directorio, San Juan y dobló por Boedo, en dirección a Puente Alsina.
- San Juan y Boedo antiguo, y todo el cielo, Pompeya, y más alla la inundación – inevitable no recordar “Sur” aquel tango de Homero Manzi, Bossio tarareó el clásico del tango.



Cruzó Puente Alsina, y se acordó de una banda de la zona, “Dos Minutos” y de una canción que dice “Carlos se vendió al barrio de Lanús, que lo vio crecer”, del clásico “Ya no sos igual”. Después de pasar por Puente Alsina, ya del lado de Provincia, Carlos tiró el cadáver, con el Queso incluído, lo iba a hacer en un baldío de Valentín Alsina, pero al ver al Riachuelo, lo hizo en ese lugar repleto de contaminación.
Cuando estaba llegando al entrenamiento de Lanús escuchó unas noticias en la radio que hablaba del brutal asesinato de dos modelos, apuñaladas y quesoneadas…
- Ja, ja, ja, ja – río Carlos Bossio.
El arquero se bajó del auto e iba a entrar al entrenamiento de Lanús, vio a una anciana, le llamó la atención, era diciembre, hacía calor, pero la anciana estaba vestida como si fuera pleno invierno, un invierno ruso, la anciana le dijo:
- Ce noapte minunată, trei brânzeturi Carol, trei brânzeturi.



Carlos se dio vuelta y le dijo a la anciana:
- ¿Qué dijo?
- Que gran día, tres Quesos Carlos, tres Quesos, y los tres asesinatos bajo luz solar, no es común, tanto Queso con el sol sobre nuestras vidas.
- Sí, ja, ja, y esas dos idiotas me regalaron el desodorante para pies. Asi terminaron, agujereadas como Queso Gruyere.
- Ja, ja, ja – río la anciana que agregó – dadle esto al Subdito de la Reina Isabel, vuestro amigo Juan Sebastián Verón, antes que regrese a Europa.
- Se la daré – dijo Carlos mientras agarró la Miembro de la Orden del Imperio Británico, la misma que alguna vez recibieron los Beatles.
Bossio se metió al entrenamiento de Lanús, y sus compañeros lo recibieron a gritos y festejos después de la inolvidable festichola que disfrutaron todos.
- Queso – dijo Carlos Bossio.
Y así concluye nuestra historia, la que cuenta uno de los mejores ciclos de asesinatos de Carlos Bossio, gran Quesón.

Texto agregado el 13-07-2019, y leído por 146 visitantes. (3 votos)


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