Violencia y sexo. Es éste un título muy manejado por los medios de comunicación al que sacan mucho partido de cara a rankings de venta e impacta a lectores, radioescuchas y televidentes.
No es mi intención arremeter contra los profesionales de la información, por lo menos hoy, que tanta influencia derraman. ¿Es realmente noticioso el hecho de la violencia de género? Diría que no, que lo realmente cruel es la violencia en sí, sin discriminación alguna. De acuerdo que la realidad nos dice que hay multitud de maltratos por parte del hombre a la mujer, desigualdades laborales y de oportunidades, pero lo más grave es que fijemos nuestra atención sólo en casos aislados sin asumir la maldad que el ser humano lleva intrínseca.
Casi siempre, estos maltratos van unidos a una supuesta posesión de la persona que convive con el verdugo y es ahí donde comienza el problema de fondo: el ansia de poder.
En una relación de pareja –hablo de occidente- se presupone que se ha de compartir todo, creando así un pequeño ghetto donde todo lo exterior nos causa, en principio, desconfianza. Se genera una relación de falsa lealtad que, a la mínima duda, revienta por sí sola.
Podríamos decir que son problemas educacionales, religiosos o de cualquier otra índole, logrando engañarnos y mantener el continuismo irracional amparados en la tan manida frase de que “siempre fue así” cuando lo que nos preocupa es cualquier tipo de cambio, sinónimo de miedo para la raza humana.
Cuando consigamos ser personas únicas y diferenciadas y no utilicemos el sexo como premio o castigo –base animal a pesar de muchos- comenzaremos a respetar al resto, a todo el resto.
|