Los que saben de historias cuentan que hubo un hombre que en nada desmerecía a un héroe de la antigüedad: Su perfil griego, su musculatura hercúlea, su porte y cuerpo de atleta y sus barbas de galán de películas porno. Todos esos atributos eran más que suficientes para seducir a una Reina contemporánea, quien tenía una belleza de ángel y cal y estaba deseosa que este galán de pacotilla la dejara satisfecha carnalmente.
Cuando el reloj señalaba las once de la noche Aquiles perdía todas sus fuerzas hercúleas y terminaba haciendo el ridículo en la cama y cuando el reloj volvía a señalar las doce de la noche la historia se aplazaba para mañana, pues la Reina quedaba intacta.
Así transcurrieron novecientas noventa y nueve noches y nada, pero Aquiles no se rendía, no podía rendirse pues su imagen quedaría por el suelo, tanta musculatura y de aquello nada, Aquiles había sido sometido a una infinidad de tratamientos: un ungüento hoy y otro mañana; una inmersión en barro podrido y otra en cenizas volcánicas, pero nada. La doncella totalmente aburrida y decepcionada estaba dispuesta a traicionarlo con un trabajador de Aquiles que en nada se podía comparar con este galán caído en desgracia, ella se acordó del cuento del administrador y estaba dispuesta a probar con otro hombre así sea que este no esté en consonancia con el otro, pero mujer insatisfecha no se pone con escrúpulos ante estas circunstancias y cuando estuvo a punto de volver en cornudo a un homónimo de uno de los hombres más importantes y de mayor linaje de la Grecia clásica, claro que este A quiles no era ese semidiós de las grandes gestas antiguas, sino un pobre hombre a quien su falo en lugar de erguírsele, se le dormía.
La debilidad de Aquiles en la cama no venía de ayer sino de hace mucho tiempo y cuando íbamos a llegar a la noche mil, se acordó de que habían inventado una píldora mágica y como si hubiera invocado a Aladino el héroe de las mil y una noches, logró abrir el sésamo y logró penetrar a la Reina que excitada, sudorosa y asustada ante esa respuesta erótica salió gritando Viagra… Viagra…viagra!, este hombre ya se vino y yo me voy. Al menos se pudo contar la historia de una sola noche entre mil noches de intentos fallidos.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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