Comiendo caramelos frente a una iglesia
un quinto día de mayo
aún te recuerdo entre mis labios
bajo una feble lluvia continua
siento como aúlla el viento tras de mi espalda
mientras el agua en su insistencia
ahoga las sombras de mis zapatos.

Comulgando entre campanadas
con los vacíos de las tumbas
un sexto día de junio
aún resuenan tus gestos
mientras sigo caminando sobre charcos de domingos
que salpican sus súplicas sobre mis saltarinas bastillas
que intentan paso a paso no dar con tus esquinas.

Consumido por las caries del recuerdo
un séptimo día de julio
despierto discrepando con las nubes
para que el seductor tintineo lave el zumbido en mis oídos
y no convierta sus aguas en pozas del desamparo.

Mientras continuo esta mañana
parado sobre esta grada
no se si aun despierto o ahogado en el silencio
murmurando frente a los espejos de otra mirada
en donde me vea más cercano
en donde me sienta más liviano
y así me levante volando como mis avioncitos de papel
para intentar llegar a lugares en donde pueda ser feliz