En medio de esta hora en que se amanecen los días,
no importa que sean lunes, miércoles o pálidos domingos,
siempre, en medio de esta hora, imagino, ingenuo,
que piensas en mí, Pero sé que eso no sirve para nada.
Si me pensaras, no existirían papeles manchados de tinta,
ni el invierno gris o las tardes que palidecen harapientas.
Tampoco el vacío futuro que supongo esfumándose a lo lejos,
ni yo andaría dudando y dudando de mis muchas dudas.
Pero eso no importa mucho, ya que solo dura un breve tiempo,
hasta que las voces anónimas que habitan en el radio
me envuelven en la demasiada crueldad de vivir la realidad,
y allí descubro que, a esta hora, o tal vez ya nunca, piensas en mí.
Entonces abro la puerta al látigo del frío, miro los ateridos malvones,
me asomo a la calle congelada pecho adentro, y me sumo
al tumulto de todos los que, no somos más que viajeros del invierno. |