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Iban a ser las 3 de la mañana, y el viento se escuchaba soplar con fuerza. Pese al pronóstico del tiempo que anunciaba chubascos, solo era el viento lo que se manifestaba.
A lo lejos en las calles se oían ladridos de perros inquietos. El tictac del gato neko sobre el velador marcaba el transcurrir de la noche.
Pero ese pensamiento aún daba vueltas en la cabeza, las sensaciones eran una mezcolanza de una fría sorpresa, de decepción, de rabia e incredulidad. Ese comportamiento inesperado del antiguo ídolo, fue desconcertante. Donde estuvo el error ‘? Acaso el haber delatado inocentemente ese secreto pecaminoso que el ídolo pretendía seguramente ocultar y luego expulsar fuera del vehículo fue lo que produjo su rabia o su vergüenza? Vergüenza muy probable fuera.
Pero el caso es que seguían dando vueltas en la cabeza esos hechos y esas sensaciones de haber incurrido en una falta de delicadeza. Lo mejor quizá hubiera sido no decir nada ni mostrar la evidencia.
Por lo pronto no pensaba ir nuevamente tan pronto a aquella morada espaciosa, que asemejaba un palacio de pueblo. No quería pasar por el bochorno vergonzante de la indiferencia agresiva del ídolo de barro, frente al servicio doméstico que con ojos y oídos muy abiertos seguro observaría y atentamente sacaría sus propias conclusiones.
El miedo a ser delatado frente a su esposa, y dejar en abierta evidencia el secreto a voces de su infidelidad viciosa, ya no era de mi incumbencia ni debía sentir culpabilidad alguna. El error no fue mío, no fue intencional mostrar la evidencia, la prueba delatora que dejaba al ídolo de barro como el más vulgar de los canallas.
Ahí estaban los pensamientos y sensaciones dando vueltas, girando como remolinos, los mismos que afuera mecían con violencia las ramas de los árboles.
Insisto, libre de culpa estoy.
(sospecha y venganza)
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Texto agregado el 03-07-2019, y leído por 44
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