La bruja "mari"


Nada más nefasto que el don de bruja acompañado de esquizofrenia y adicciones a las drogas.

Maria del Carmen Aguilera Romero “la mari” nació un domingo de lluvia intensa en la madrugada. Zona central de Chile. Era la segunda hija de tres hermanas de un matrimonio de clase media.

Cuando tenía unos tres años su madre se dio cuenta que “la mari” decía cosas que luego sucedían.
-La gallina se murió, se la comió “el charchi”.
Y tres días después el perro había matado a la gallina.
-Mami no podrán hacer la fiesta en el jardín, hay mucha lluvia.
El casorio de la tía América no se pudo hacer en el jardín, ese día hubo mucha lluvia.
Estos presagios de “la mari” comenzaron a inquietar a su madre, hermanas. A su padre no porque él se reía, era su regalona.

Cuando un 14 de diciembre “la mari” ya teniendo 15 años. A la hora de la cena. Le dice a su padre que él ya no estará para defenderla, amarla y protegerla. Provoco un gran alboroto en la mesa.
-¡No hables huevadas bruja de mierda! Grito su madre. Desde ese día “la mari” fue rechazada por su familia, marginada…y quizás hasta odiada.

El 18 de diciembre cuatro días después, su padre fallece de un infarto.
Se enlutaron los cielos de “la mari” nunca más volvió hacer la misma, busco amor y no lo encontró en su familia, su hogar era un infierno desprotegida del cariño de su padre.
Agarro vida en la calle, tomo malas juntas, comenzó a beber a fumar y conoció la mariguana a sus 16 añitos.
Quizás estaba escrito en su libro de vida que ella cargaría este peso imposible de llevar.
La vida se la trago, fue un monstruo que comenzó a devorarla por dentro, carcomiendo su existencia.
Comenzó a oír voces que susurraban dentro de ella, transformando su apariencia, tatuajes de demonios en su cuerpo y dibujaba demonios en las paredes, rostros satánicos que observaban la vida.
-Son los cancerberos que me cuidan de la luz. Decía.
Su madre decía que la mariguana la tenía enferma, que estaba loca o quizás poseída ¿Como era bruja?.

Ya a la edad de 20 años “la mari” estaba diagnosticada con esquizofrenia y había entrado en un mundo sin retorno, la pasta base, la cocaína, el licor.
Abandonada en la calle consumida en su miseria humana, viviendo del vicio. Un día en una esquina me la encontré. La famosa bruja “mari”.
A modo de burla nos acercamos un grupo de amigas éramos chicas liceanas.
-¡Bruja “mari”! Léenos la suerte jajajaja.
Nunca voy a olvidar sus ojos que se clavaron en los míos.
-Pero tienen que pagar, especialmente ¡tú! Y me apunto con su dedo índice, sentí su fuerza, juro que me toco sin que lo hiciera. Se acercó y abrió su mano, mezcla de gitana y demonio abandonado a su suerte, pero aun había en ella un fuego que la hacía única, misteriosa.
Yo deje unas monedas en su mano e hizo un gesto que no quería las monedas de las demás.
-Solo tú, porque tu parirás un cielo como el mío. Te vas a casar con el hombre que hoy amas. Pero antes de eso, abortaras dos veces, porque tú lo quieres. Tendrás un hijo, pero recuerda que tienes pagar la deuda. Tu hijo nacerá y calzara mi número. Que te vaya bonito niña.

Pasaron muchos años y todo lo que dijo se cumplió.
Malditas sean las sombras, maldita sea la avaricia humana que por terminar estudios aborte, maldita sea mi alma que por regir la vida aborte.
El cielo es un libro donde escrito esta nuestro destino y el karma siempre nos cobra. Mi deuda la cancele.

Después de dos abortos, cuando teníamos nuestro hogar bien conformado. Mi esposo y yo ingenieros. Nació Ángel mi único hijo.
Ángel siempre se sintió no querido. Sentía un abandono. Un rechazo. Era depresivo. De niño tuvo problemas, psicólogos, siquiatras y lo tenía todo para ser feliz, pero siempre estaba esa pena, esa tristeza. Intentos de suicidios.
Fuimos donde un médico que hacia regresiones, fuimos en familia, mi esposo yo y Ángel.
En la regresión Ángel llego hasta mi vientre…Él era el hijo que siempre me busco y yo rechace.
-No me abortes madre, permíteme la existencia.
-¿Por qué? ¿Por qué?
Ángel llevaba una pena dentro de su alma.
Le pedimos perdón, explicamos que queríamos lo mejor para él.
Nos miró hizo silencio y luego sonrió, nos abrazamos y lloramos.
Mi hijo nunca sano, se refugió en el alcohol, drogas y la vida fácil, se lanzaba a la calle lejos de nosotros, decía que allí era feliz.

La bruja “mari” tenía razón. Mi hijo calzo su número, quizás un código del universo donde se comparte la existencia. No lo sé, lo único que sé, que termino en las calles impregnado de droga, nació bajo un cielo como el de ella. Oscuro misterioso. No somos nada en este ajedrez, en este juego que es la vida.