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Inicio / Cuenteros Locales / gui / El arribo de los hombres de rostros de momia

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Las autoridades, siempre sonrientes cuando el cardumen popular se arracima frente a ellas, aguardaban la puesta en escena que les otorgaría dignas viviendas a los pobladores, casuchitas de buen aspecto con los vidrios de sus pequeñas ventanas relucientes, reflejándose en ellos los participantes de este acto y en segundo plano una habitación menguada en la que los recién llegados deberían amoldarse, cuadrarse o vericuetearse en tan mezquino espacio. Pero una cosa es ser arrendatario, como bien lo señalaba la propaganda y otra ser propietario de alguna de estas covachitas pintadas al óleo. Las llaves, sujetas por las manos oficiales resbalaron a los dedos callosos de esas personas de rostros casi momificados y a los que ni el sudor ya empapaba. Eran presas del sobreesfuerzo y la marginalidad, incluso su vocabulario había tomado el sendero propicio de los monosílabos, en que el sí o el no eran las joyas de su grandilocuencia. Ante esto, poco más podía esperarse y ya posesionados los pobladores de sus casas, las autoridades abandonaron el lugar y la gente, se repartió con esa alegría mansa de los que en algún lugar de su conciencia intuyen que la vida les ha mezquinado tantas cosas.

Un poco después, a escasa distancia de esa población, se comenzó a levantar un grupo de viviendas diseñado esta vez para gente que necesitaba espacio para meditar, para planificar sus variadas actividades y proyectarse con esa familia numerosa que ocuparía las diferentes y soleadas habitaciones. Y como las constructoras cuantifican la felicidad en metros cuadrados, eran cuatrocientos cincuenta de estos, bien repartidos y aireados que garantizaban el desarrollo de una existencia feliz, o por lo menos libre de colisiones. Muchos profesionales se allegaron a esos lares para comprobar y mensurarse a sí mismos dentro de esas mansiones espléndidas que comenzaban a visualizarse en sus estructuras de pretenciosas fachadas. Y si bien, los pelirrubios abundaban, gente de ascendencia europea que aspiraba a nuevos aires, uno que otro de mechas más oscuras se internó en la vivienda piloto, que por sus características emulaba la residencia de algún embajador. Uno de esos ceñudos de pelo negro extrajo de un bolso de papel la cantidad requerida, algo así como unas 20.000 unidades de fomento y canceló una de las mansiones. Pues bien, esto generó que la manzana completa vecina a la vivienda recién adquirida dejara de ser requerida por los compradores, de tal suerte que esa mansión lideraba la soledad absoluta, mientras el resto del complejo, una vez poblada, bullía de vida. La empresa redujo los precios de esas viviendas en un porcentaje apreciable, pero no hubo caso, nadie deseaba de vecino a un tipo que era capaz de cancelar una mansión con dinero de oscuro origen. Sobre todo que era tan moreno y tan mal encarado, que deslucía el entorno. Algunas personas son así, pero la mayoría no lo reconoce.

Pues bien, como el solitario dueño de la mansión tenía más dinero que complejos, fue comprando cada mansión restante y un día cualquiera se encaramó en el menos lujoso de sus automóviles y viajó la poca distancia que separaba esta villa de la de los trabajadores de rostros resecos. Allí, se los fue trayendo por grupos a las casonas abandonadas y se las compró con el mayor placer del mundo para que su dignidad menguada se oxigenara en esas espaciosidades y si bien no les garantizaba la felicidad, se las ponía delante de los ojos para que por lo menos la olfatearan. Mal que mal, estas personas simples se solazaron al ver que el sol se internaba por las enormes habitaciones, se posaba en las alfombras, jugueteaba con las cortinas y les prestaba reflejos inusitados a los cuadros colgados de esas paredes. Y el aire y los aromas que hurtaba a los campos cercanos se desplegaba por todos los rincones, se arremolinaba en los cabellos lacios de esos pequeños y llenaba sus pulmones de regocijo.

Los rubios, al contemplar que la dicha de esos pobretones se apreciaba tan superior a la suya en calidad y riqueza, sintieron algo parecido a la envidia, lo que les atenaceó su curiosidad, por lo que se aproximaron paso a paso a las mansiones que habían despreciado para catar de cerca esa genuina manera de recibir los dones que les otorgaba el día a día. Cosa increíble fue presenciar los otrora rostros casi momificados de los trabajadores, ahora plenos de lozanía, sonriendo a la vida que se les colaba por las comisuras de sus labios. Claro, a sus oídos más selectos les molestaba todavía la música tan popular que se esparcía por todos los rincones, pero el baile es baile y la alegría por lo general se contonea a su ritmo.

No se ha sabido nada más de lo que puede haber sucedido en esa localidad. Se sospecha que los profesionales peliteñidos hayan emigrado a lugares más promisorios y que los ex cara de momia ahora sean mayoría. O bien, ha sucedido lo contrario y que pobres y adinerados hayan pactado algún tipo de relación, esto es, contratando como empleadas domésticas a las menos pudientes o acaso haya sido al revés. Y en este caso, la historia debería ser contada con mayores detalles. Pero quizás, otros ya se me hayan adelantado en esta tarea.











Texto agregado el 30-06-2019, y leído por 139 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
30-06-2019 —Este cuadro presentado como cuento muestra lo que se dibuja en el fuero interno de muchos sectores de grandes ciudades donde la riqueza y la pobreza se unen por un destino de vecindad y se separan por una calle o un pasaje de segregaciòn. —Saludos. vicenterreramarquez
30-06-2019 Excelente es un cuento bien pensado, de los que me gustan, las letras llevan de la mano las ideas expresadas, tu estilo personal y particular me encanta, *5 abracito. maariadelapaz
30-06-2019 Exageras una realidad, para explicar que en rigor, no es tan exagerada. Saludos Klio
30-06-2019 Los fenómenos sociales y las diferencias entre los que ascienden y descienden. Siempre nos haces reflexionar, amigo, acertando en muchas aristas. Abrazo. Vaya_vaya_las_palabras
30-06-2019 Ante todo dejo claro que me sentí atraído y leí con sumo interés el desarrollo de la trama. Sin duda, más de uno, sacará sus conclusiones, ajustándolas a situaciones semejantes conocidas. Una moraleja queda flotando, c/uno tiene la posibilidad de encontrarla. MUY BUENO!!! Shalom amigazo Abunayelma
30-06-2019 me encantó tu historia, por ves primera veo que de la arrogancia se saca provecho yosoyasi
 
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