Un deseo, sólo tengo un deseo.
quisiera hundirme
bajo ese raro follaje que peinas,
mientras se resiste
a obedecer de tus manos las órdenes.
Rio al ver tu esfuerzo
mientras finges enojarte con mi gesto.
Vana tarea la tuya,
intentar dejar prolija tu cabellera,
cuando sabes, con certeza,
que, en apenas un instante, mis manos
abrirán ansiosas
surcos entre esas prolijas hebras.
Así, mientras la naturaleza
habla el lenguaje sabio de los cuerpos,
mis dedos se extraviarán
en el voluptuoso juego de despeinarte.
Ensayaras una protesta
mientras un inquieto temblor se extiende
por tus secretos más profundos,
y en el vértigo, loca de entusiasmo,
olvidaras todos los modos
y como mujer, envuelta en sangre y llamas,
terminaras de enmarañarte
con el hervor de tus aguas más profundas.