Aquella mañana desperté todavía con los efectos de la pequeña dosis de somnífero ingerido la noche anterior. Había esperado a mi madre hasta bien tarde mientras en la ciudad caía una gran tormenta. Escuché ruidos en la cocina, seguramente mi madre había llegado a casa después de haberme dormido profundamente y ahora preparaba, como lo prometió, un suculento desayuno por ser mi cumpleaños.
Bajé despacio a la cocina, vi a mi madre de espaldas preparando algo. ¡Buenos días mamá! ¿Qué tal el viaje? No escuché si me contestó porque el inoportuno e insistente timbre del teléfono de casa me hizo acudir a contestar. Al descolgar el auricular escuché una voz entre solemne y compungida que decía: ¿Clarissa Montes Alatriste? Sí, soy yo diga usted.
Señora, le hablamos desde las oficinas de la compañía que tenía a cargo el vuelo número 345 de Guadalajara a esta ciudad y en donde viajaba su madre Ana Lilia Alatriste Pliego.
Con mucha pena le informamos que dicho vuelo sufrió un accidente fatal. No hubo sobrevivientes.
El auricular cayó de mi mano y volví la mirada aterrorizada hacía la cocina ¡No había nadie! Pero sobre la mesa estaba servido un suculento desayuno.
Texto agregado el 25-06-2019, y leído por 164
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Lectores Opinan
26-06-2019
Ay! Se me pusieron los pelos de punta! Muy bueno!!! Clorinda
26-06-2019
¡Ah las madres! No nos fallan. Bonita historia. za-lac-fay33
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