El tiempo está loco. En invierno casi no cayó gota y ahora, en pleno mes de junio, cuando toca recoger la cosecha, zas, el diluvio.No sé cómo nos vamos a apañar este año. El invierno es largo y hay que comer. Antes , por lo menos, teníamos la esperanza de que , si se fastidiaba la cosecha de cerezas, venían luego las castañas, que podían arreglar la situación. Pero ahora, desde que aquellas plagas malograron los castaños, nos jugamos todo a una carta. Es peligroso esto del monocultivo.
- No te preocupes- me dice Carmen, mi mujer, fingiendo tranquilidad.
- No estoy preocupado - le digo para que no se angustie ella también.
Y sigo con mis cavilaciones , solo interrumpidas por las palabras balsámicas de mi esposa, que no suele perder el ánimo.
- Malo será. Si se rajan las cerezas, para comer no nos ha de faltar: Productos de la huerta. Matanza del cerdo. Huevos de las gallinas. La leche de la vaca. Dios proveerá- insiste , empeñada en romper el maleficio de mis sombrías cavilaciones.
- Los animales también comen - le digo, rebajando su optimismo.
- Siempre sale algún jornal para ir tirando- persiste con ánimo imbatible Carmen.
Sentado a la camilla, Ricardo , pensativo, ya no la oye. Reclina la cabeza con la mano en las sienes, como una estatua clásica, con la belleza de El pensador de Rodin.
La radio informa de que persiste el temporal en el norte de Extremadura.
Fuera, el viento azota los árboles. La lluvia golpea los cristales de las ventanas.
...Y raja el codiciado fruto rojo.Las esperanzas, azotadas por el temporal insospechado, se sepultan bajo las hojas de los cerezos.
La noche será larga por San Juan. El insomnio se alojará en los hogares de los campesinos.
_Malo será...- retumba la plegaria de Carmen , mientras desaparece en la alcoba.
Nota: anoche llovió mucho y mi madre se preguntó si llovería allá , en el sur. Se le disparó el recuerdo de mi padre, hombre de campo, cuando llovía. De ahí brotó mi relato. |