Mi Vecina la Turca. Primer Encuentro Cercano
Una mañana cualquiera estaba yo asoleándome muy tranquilo en la medianera vecina a una terraza cuando subió una mujer a tender la ropa que había lavado. Sábanas, esa mujer lavaba muchas sábanas...
Despatarrado y manso la observaba en el momento en que ella me vió...
- ¡Buen día gatito lindo! Me dijo mientras la miraba indiferente...
- ¿Qué estás haciendo gatito negro... descansando? Dijo luego, mientras la seguía mirando con indiferencia...
- ¿Acaso tu bruja te dio permiso para salir gatito?... Y este fue el acabose, la palabra que sobró en el diccionario.
- ¡¿No ve que no estoy haciendo nada?! Le dije, con todo respeto.
La mujer, sorprendida se cayó de culo, y ciertamente tenía con qué caer.
Me miraba con cara de asombro mientras se pellizcaba los brazos y tartamudeando me preguntó:
- ¿Vos... hablás gatito?
- Salem, me llamo Salem y no “gatito”; y además sí hablo, cuando tengo ganas.
- No te puedo creer... ¡no lo puedo creer!
- Y bueno, no lo crea. De todas formas, si se lo dice a alguien, tampoco le va a creer.
- Me van a tomar por loca.
- ¿La van a tomar? Sus vecinas dicen que usted “es” una loca.
- Qué digan lo que quieran, son todas unas envidiosas...
- Sí, además...
- En verdad gatit... digo Salem, estoy asombrada, no se como decirlo, pero encontrarme en mi terraza con un gato que habla... es demasiado fuerte.
- La entiendo. No es poco estar bendecida por los dioses y ser la primer inhumana con quien un felino superior se digna a comunicarse.
- Humana... se dice Humana.
- No... ustedes se llaman a sí mismos Humanos.
- Ah... sí, claro ¿te la das de sabio gatito? ¡Salem... perdón!
- Soy sabio, no me la doy... se muchas cosas.
- ¿A siiii? ¿cómo qué, matemáticas, física, geometría?...
- Si... pero también se de los señores que vienen a visitarla cuando el otro señor mayor que vive con usted se va...
- ¡Callate Salem... callate!!! Gritó sin alzar la voz mientras miraba con desesperación hacia las terrazas vecinas...
- ¿Sabe que ustedes hacen más ruido que la gata Flora cuando está en celo? Continué diciendo.
- ¡Callateeeeeeeeee! ¡Te lo pido por favor!
- No hago favores yo, soy un gato.
- Dale se buenito y te doy una lata de atún.
- Eso es otra cosa, me callo... ¿le puedo preguntar algo?
- Y... sí, qué más da.
- ¿Porqué lava tantas sábanas?
- Porque se ensucian...
- ¿Y cómo se ensucian?
- De dormir sobre ellas y...
- ¿Y qué?
- Nada, de eso, solo de dormir sobre ellas –mintió-
- Claro... sí.
- Además, te digo, para ganarme unos pesos, lavo las sábanas de los que escriben cuentos y poesías eróticas, en cada cuento las manchan.
- Me lo imagino... Ya me tengo que ir a dormir mi siesta de la mañana ¿me trae lo que me prometió?
- ¿Qué te prometí?
- La lata de atún... no se haga...
Bajó las escaleras y al rato regresó con una lata de atún al natural, y se fue nuevamente porque alguien tocaba el timbre de su casa como cada miércoles a las 11 am.
La muy perra no me abrió la lata. Voy a tener que regresar otro día.
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