En estos días no he escrito nada, la flojera y la falta de voluntad me han ganado; así que a falta de escritura me he dedicado a leer: Historia Universal de la Infamia y Ficciones, de Jorge Luis Borges (de la primera, redacté una breve crónica que pondré por aquí en algunos días); Los amores de Nishino, de Hiromi Kawakami; Yakumo, detective psíquico; El hombre invisible de H. G. Wells; Jorge Luis Borges para principiantes y ahora: Maestros del horror de Arkham House, del cual llevo alrededor de cien páginas y está de lo más interesante. Es una antología editada por Valdemar, que contiene veinte relatos de escritores tales como Clark Ashton Smith, Donald Wandrei, Robert E. Howard, Robert Bloch, Ray Bradbury y August Derleth entre otros. Como introducción contiene notas muy bien documentadas sobre la creación de Arkham House por August Derleth y Donald Wandrei, la publicación de la obra de H. P. Lovecraft y las revistas Pulp de la época de los años treinta del siglo pasado y las Weird Tales. También leí El secreto de Wilhem Storitz, de Julio Verne; hace mucho tiempo que no leía nada de Verne y se me había olvidado lo ameno e imaginativo que era, como muestra bastarían dos o tres títulos que por conocidos no voy a mencionar, pero lo que sí voy a hacer es comentar cómo me hice de este librito de Verne, el cual no había yo encontrado por ningún lado, a excepción de una versión electrónica.
Irene Adler me envió por what´s app (sip, como muchísima gente, yo también he caído en esta costumbre de mensajearme por dicha aplicación) una foto donde se anunciaba la X Feria Internacional del libro de Azcapotzalco, del 24 de mayo al 2 de junio, en la Ciudad de México; ni tardo ni perezoso, me apunté para asistir lo más pronto posible, lo cual hice el domingo veintiséis de mayo. No era una feria exorbitante donde hubiera infinidad de puestos, pero al menos los que se ubicaron en el Jardín Hidalgo, estaban repletos de libros nuevos y usados, caros y baratos; había por lo tanto precios para todos los bolsillos, incluido el mío. Encontré muchos libros que me hubiese gustado adquirir, entre ellos un libro de Crónicas de Rubem Fonseca, editado por Cal y Arena; una edición en dos tomitos de La Cartuja de Parma, de Stendhal que me hizo ojitos nomás cogerlo entre mis manos y al que me hube de resistir con verdadera voluntad; había que moderar los gastos y elegir cuidadosamente lo que habría de comprar. Supongo que finalmente no fui demasiado prudente a la hora de escoger libros, porque acabé trayéndome tres: El maestro de esgrima de Pérez Reverte (la edición de Alfaguara en formato grande); Jorge Luis Borges (Una invitación a su lectura) de José Emilio Pacheco y finalmente el libro de Verne, una edición muy vieja de la Editorial Valle de México, de 1976, que en cuanto le puse el ojo encima supe que iba a comprarlo, me pidieran lo que me pidieran. El título en el lomo de pasta dura rojo y negro, rezaba: Julio Verne. Obras selectas I, estaba en perfectas condiciones y hasta me puse a temblar un poco de la emoción, sólo con hojearlo. Y es que el libro trae cuatro novelas, sip, cuatro: El secreto de Wilhem Storitz, La isla de Hélice, Claudio Bombarnac y Dos años de vacaciones. Desconozco porque el tomo I de esta edición comience con la novela de Storitz y no con Veinte mil leguas, Viaje al centro de la tierra, o algún otro de los famosos, pero para mí se abrió la gloria porque la novela de Storitz llevaba yo persiguiéndola hacía algún tiempo sin lograr encontrarla. Pregunté por el costo: setenta pesos, dijo la mujer que lo vendía. ¡Setenta pesos!, no lo podía creer, era prácticamente un regalo. Me apresuré a pagarlo, no se fuera a arrepentir de haberme dado ese precio. Emocionado me lo puse bajo el brazo y casi hui, alejándome de ese puesto.
Finalmente, me entero que el manuscrito original de El secreto de Wilhem Storitz, fue modificado y reescrito en partes por el hijo de Verne, Michel, quien lo dio a la publicación por entregas en mil novecientos diez. Tendrían que pasar muchos años para que se publicara la narración original de Verne.
Estas breves notas me han sobrepasado. Ojalá y a alguien le llamen la atención.
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