(PARTE 2 DE 3)
CAPÍTULO 5 “LA ASESINA DE JUAN DI NATALE”
Todas las chicas vivaron y aplaudieron, y enseguida comenzaron a prepararse para ir a la unidad penal, el lugar de la filmación, en realidad no todas, Baldini quedó con bronca y dijo:
- Yo no voy – dijo Carolina.
- ¿Adonde no vas? – dijeron un grupo de mujeres que entró al lugar y rodearon a Baldini, eran clones de María Laura Santillán, todas iguales, eran cuatro, una igual a otra. Eran Las Santillanas.
- ¿Quiénes son ustedes? – dijo Baldini.
- Somos las Santillanas – dijeron las cuatro clones, que rodearon a la ex esposa de Diego Simeone, y comenzaron a chuparle las tetas.
- ¡Dejenme ir! ¡Dejenme ir! ¡Dejenme ir! – dijo Baldini.
- Solo irás a un lugar – dijo la Marquesa de Avila que apareció ahí – y será con nosotras a la Unidad Penal Charlotte Corday. Santillanas, atenla y llevanlas.
- ¡Nooooooooooooooooo! – dijo Baldini, las Santillanas le chuparon las tetas, la concha, el culo, la ataron, y le pusieorn una inyección, metiéndola en el camión con las demás chicas.
- Ya aprenderá – dijo la Marquesa de Avila.
- Todo bien – dijo una voz de hombre que irrumpió en escena – pero las Jau Match son propiedad exclusiva de Cuatro Cabezas, vengo a que nos paguen por esos derechos si es que quieren filmar esa película de mierda.
- ¿Película de mierda? Será mi consagración como director de cine. ¿Quién es usted?
- Juan Di Natale – respondió Juan Di Natale, sí era aquel chabón que era uno de los conductores de “Caiga Quien Caiga” – esto lo tendremos que manejar entre abogados.
Jichcock abrió la boca para responder, pero las Santillanas rodearon a Di Natale.
- ¿Quiénes son ustedes? ¡Son iguales a María Laura Santillán!
- Somos las Santillanas – dijeron a la vez las cuatro clones.
Las Santillanas lo agarraron a Di Natale y lo sacaron fuera del estudio, una de las Santillanas le metió un algodón en la boca y durmió al ex CQC. Lo metieron en una camioneta y lo llevaron al lugar donde entrenaba la selección femenina de hockey, Las Leonas. Cuando el entrenamiento terminó, una de las Santillanas, se acercó a Carla Rebecchi y le dijo:
- Te dejamos un regalito, lo tenes en la sala que usa el personal de limpieza.
- ¿Regalito? ¿No se quieren quedar? Tengo que cambiarme.
- Perfecto, nos quedaremos un rato, no mucho, debemos viajar a la Charlotte Corday.
Juan Di Natale quedó prisionero dentro de aquella sala que usa “el personal de la limpieza”, atado a una silla de pies y manos, las Santillanas entraron y comenzaron a hacer una ronda alrededor del ex CQC, cantando el “Arroz con Leche” y “La Farolera”. Una de ellas le sacó los zapatos, otra las medias, otra le empezó a hacer cosquillas en los pies, y otra le empezó a chupar la pija. Así siguieron la ronda, turnándose en el rol de las cosquillas y la chupada de pija. Di Natale, atado como estaba, les empezó a chupar las tetas, el culo, la concha, las penetró a cada una de las Santillanas con fuerza y pasión.
Se abrió la puerta, apareció Carla Rebecchi, con guantes negros, y uno uno, sino dos grandes palos de hockey. Di Natale levantó la vista, ahí recién ahí, al ver a Carla Rebecchi, se dio cuenta que sobre una mesa había un gran Queso Fresco, un Queso Fresco.
- Listo chicas, se pueden ir. Llegó la asesina de Juan Di Natale.
El ex CQC escuchó con terror las palabras de Carla Rebecchi.
- ¿Vos, una Leona, una heroína de nuestro deporte, sos una asesina?
- Una asesina de hombres.
Las Santillanas, como cuatro colegialas, se fueron cantando viejas canciones infantiles, mientras Carla Rebecchi quedó a solas con Juan Di Natale.
La jugadora de hockey se puso a la espalda del ex CQC y levantó el palo de hockey, ¡zas! ¡zas! ¡zas! le dio tres feroces golpes en la espalda, que ensangrentaron a Di Natale, ¡zas! ¡zas! ¡zas! que desataron al ex CQC y más golpes que dejaron a Di Natale en el piso, entonces Carla agarró el otro palo de hockey y ¡zaaaaaaaaasssssssss! Se lo metió en el culo a Di Natale.
- ¡Aaaaaaajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj! – fue el grito de dolor de Juan Di Natale.
- Te llamas Juan, debería tirarte un Jamón, porque Jamón empieza con J igual que Juan, pero te voy a tirar un Queso, un Queso, un Queeeessssooooooooooooooo, porque me llama Carla y soy una Quesona, pero un Queso Fresco, porque vos Juan Di Natale, vales un Queso Fresco, no un Queso Emmenthal, ni un Queso Gruyere.
Carla entonces levantó el palo de hockey y le dio un brutal golpazo en la cabeza, otro en la nuca, otro en la cabeza, otro en la nuca, la sangre corría en todos lados, un golpe final le partió la cabeza a Juan Di Natale.
- Queso – dijo entonces Carla Rebecchi tirando el Queso Fresco sobre el cadáver de Juan Di Natale.
CAPÍTULO 6 “LA UNIDAD PENAL”
Las Santillanas regresaron a la Piruli Filmes donde se estaba preparando el viaje a la Charlotte Corday. Baldini estaba prisionera dentro de una especie de celda, mientras esperaba el viaje. Baldini gritó:
- Ahora, ¿Quién podrá ayudarme?
- ¡Yo!
- ¡El Chapulín Colorado!
- No, pelotuda, soy el Cholo Simeone – sí, Diego Simeone, el Cholo, estaba ante ella, y la iba a defender.
- ¿Porqué estas acá? ¿Quién esta gente? – dijo el Cholo Simeone.
- Una banda de locos, de brujos, de vampiras, esto es una cosa de locos, ayúdame a desatarme.
El Cholo Simeone como una especie de héroe comenzó a desatar a Baldini, pero de repente, las Santillanas aparecieron alrededor de el. Lo agarraron y le pusieron un pañuelo en la boca, durmiéndolo. Sacaron al Cholo Simeone, y lo ataron de pies y manos.
- ¿El Cholo Simeone? – dijo Jichcock.
- Sí, vino a salvar a Baldini, es nuestro prisionero – dijeron las Santillanas.
- Llevémoslo a la Unidad Penal – dijo Jichcock emitiendo una orden con contundencia.
En apenas un rato, todas estaban viajando a la Unidad Penal, ubicada en algún lugar perdido de la Provincia de Corrientes, cerca de los Esteros del Iberá, a más de ochocientos kilómetros de Buenos Aires. Salvo Baldini que estaba atada y dormida, iban todas contentas, las Santillanas empezaron a ofrecer una fiesta lésbica en aquel camión, chupando las tetas, conchas, culos y todo a las demás, las Santillanas hicieron que se convirtiera todo en una auténtica fiesta lésbica, dentro de aquel camión, que a simple vista parecía un container viajando por las rutas argentinas, atravesando el Litoral, nadie que lo mirará podía imaginar aquella fiesta que tenía a las Santillanas como principales protagonistas. El Cholo Simeone también iba atado dentro del conteiner.
La que no estaba contenta era Lady Dumitrescu, toda consumida, como una anciana de trescientos años, sin poder hablar, producto de aquella magia de alta hechicería que había realizado. No iba en el camión sino en un auto que marchaba en forma paralela, metida en el baúl de tan consumida que estaba, mientras en el auto iban Don Emilio Hardoy, el famoso Alfred Jichcock y la Marquesa de Avila.
- Pobre Dumitrescu – dijo don Emilio – nunca la ví tan mal, y miren que la ví resurgir muchas veces, la conozco desde tiempos de Rosas, cuando era la Pulpera de Santa Lucía. Eran los tiempos en que gobernaba don Juan Manuel, el Ilustre Restaurador de las Leyes.
- ¡Shhhhhhhhhhhhh! – le dijo la Marquesa – estamos en Entre Rios, aca son fanáticos de Urquiza, el vencedor de Caseros, no lo nombren a Rosas.
- Me chupa un huevo – dijo don Emilio – yo siempre fui, soy y seré rosista.
- No hablemos de política – dijo Jichcock – Dumitrescu ya se recuperará, ha hecho un gran sacrificio, pero le devolvió quince, veinte años, y tal vez más, a todas esas putarracas que van en aquel container.
- Fiesta lésbica están dando ahí con las Santillanas.
Por fin llegaron al destino, con las primeras luces del alba, despues de viajar toda la noche, y tras algunos descansos, para comer y dormir. Las chicas bajaron del conteiner, y fueron recibidas por Fraulein Breitner.
- Wilkommen! – dijo la jefa de la Unidad Penal, con su uniforme nazi y sus palabras en alemán.
- Sieg Heil – dijo la Sueca Larsson mientras bajaba del conteiner y extendió sus brazos haciendo el saludo fascista.
Breitner se sorprendió, no esperaba esto, miro a Larsson en forma seductora.
- Vaya, vaya – dijo Breitner – eres una de las nuestras.
- No – dijo Larsson – yo soy sueca, no soy alemana.
- Pero eres de la raza aria, eres muy bella – Breitner la rodeo, la miró con un inocultable deseo sexual, la líder nazi era bisexual, aunque casi siempre lo hacía con hombres, dado que consideraba a las mujeres de la región como mestizas de sangre impura, pero la sueca era aria, de raza pura.
Larsson se sintió un poco intimidad ante las miradas de Breitner, que le dijo:
- ¿Cómo te llamas?
- Alexandra Charlotte Larsson.
- Charlotte, como la asesina a la que homenajeamos en esta Unidad Penal, Charlotte Corday, la asesina de Jean Paul Marat, aca serás simplemente Charlotte. Charlotte, nombre de asesina.
- Hemos venido a servila, Fraulein – dijo Larsson, entregada – queremos participar de la filmación. Sí, Charlotte es nombre de asesina.
- Lo haremos – dijo la nazi – Veo que todas las chicas han llegado contentas.
- Todas no – dijo Larsson – hay una rebelde.
- ¿Quién?
- Ella - y Larsson con dedo acusatorio señaló a Carolina Baldini, que estaba atada, rodeada de las Santillanas.
- Aprenderá – dijo la nazi en tono amenazante -¡Rumennigge! ¡Seeler! Denle una lección a la prisionera. Las demás están invitadas a una gran comida alemana, con salchichas, chucrut y mucha cerveza, vengan chicas.
- ¡También hay un prisionero! – dijeron Rumennigge y Seeler, al descubrir a Simeone atado dentro del conteiner.
- Desatenlo y que venga a la fiesta – dijo la malvada nazi.
CAPÍTULO 7 “LA FIESTA SEXUAL”
Todas las chicas encabezadas por Larsson entraron a la fiesta alemana, menos Baldini que quedó con las dos malvadas nazis.También el Cholo Simeone se sumó a la fiesta, libre, la malvada nazi le dijo al entrenador del Atlético de Madrid:
- Danos sexo pibe, y liberamos a la minita esa, que fue tu mujer si mal no recuerdo.
La fiesta comenzó, para no confundir a las chicas recién llegadas con las reclusas, unas se pusieron una pulsera roja, otras una pulsera negra, de todas formas aunque Breitner las tenía identificadas una a una, no quería tener susto, ni quería que nadie se escapara. No solo estaban las Santillanas, también los Monzones, unos clones iguales al boxeador Carlos Monzón, que eran cuatro, y un grupo también de cuatro faunos que estaban allí.
- Sabemos que es una fiesta alemana, con mucho chucrut, cerveza y salchichas, pero podría ser una fiesta holandesa, con muchos Quesos, Quesos, por todos lados.
¿Quién dijo esto? Carlos Bossio, sí, los Quesones estaban allí. No solo Carlos Bossio, eran veinte Quesones, Carlos Delfino, Carlos Fernández Lobbe, Carlos Sandes, Carlos Izquierdoz, Carlos Schattmann, Carlos Luna, Carlos Quintana, Carlos Machado, Carlos Eisler, Carlos Reich, Carlos Elder, Carlos Roa, Carlos Gonella, Carlos Kramer, Carlos Bernal, Carlos Tevez, Carlos Berlocq y los mellizos Carlos Gerardo y Carlos Isaac Lazcano Miranda. Todos juntos los Quesones, con sus olores a Queso, repugnantes, repelentes, sus enormes pies.
La fiesta sexual comenzó con todo, los Monzones, dado que eran clones de un Carlos, se encargaron de traer los Quesos, así junto a la mesa repleta de salchichas, chucrut y cerveza, armaron otra mesa, con Quesos de toda clase y especie, los Quesones arrasaron con todo, se comieron todos los Quesos, no se sumaron todavía a la fiesta sexual.
- ¿Qué pasa Quesones? – preguntó la Marquesa de Avila.
- Esto es un caos, queremos tener sexo pero con orden – dijo Carlos Bossio, haciendo de vocero del grupo.
Era un todos contra todos, donde cogían todos con todos, una auténtica bacanal, entre los faunos, los Monzones, las Santillanas, las reclusas y las invitadas. La Marquesa de Avila interpretó sus típicas canciones españolas. Dumitrescu estaba tan mal, que la trajeron en silla de ruedas y parecía un zombie. Jichcock filmaba todo. El Cholo Simeone salió al ruedo y empezó a coger con las Santillanas a full.
La Marquesa de Avila le dijo a Breitner:
- Dumitrescu no da más, tengo miedo que no se nos vaya, perdió toda su energía con ese hechizo, no debió hacerlo. Los Quesones tendrán que actuar rápido.
- Lo harán. ¿No están cogiendo?
- No – dijo la Marquesa – dicen que quieren disfrutar y esto es un caos. Un caos divertido pero un caos.
- Son complicados los Quesones. Bien, bien – dijo la nazi - Que las asesinen, que se dejen de joder. Pero Larsson es mía. Y Baldini también, por ahora. Que asesinen a las demás. Que empiecen con las Saracatunga. Doce de los Veinte, que Carlos Eisler vaya por las tres ex Rompeportones, los Mellizos y los otros que se encarguen de las demás, de las Jau Match que no hayan sido asesinadas.
- No hay problemas.
CAPÍTULO 8 “LA ASESINA DEL CHOLO SIMEONE”
En un costado, Fraulein Breitner le dijo a la Sueca Larsson:
- ¿Puedo tocarte las tetas?
- Hazlo, Fraulein.
Breitner lo hizo, no solo las tocó y empezó a chuparlas, la sueca le chupó la concha.
- Quiero una prueba de tu lealtad, Larsson, te llamas Charlotte, es nombre de asesina.
- ¿Qué me esta queriendo decir Fraulein?
- Asesinalo a Simeone. Tirale un Queso.
- Lo haré, pero que también asesinen a esa Baldini.
La Sueca Larsson busco al Cholo Simeone en medio de la fiesta y le dijo:
- Será muy divertida esta fiesta, pero es un caos, que venga el orden, vamos a coger a uno de los cuartos exclusivos.
- ¿Vos quien sos piba?
- La Sueca Larsson. Charlotte Larsson ese es mi nombre.
- Charlotte – dijo Simeone.
Fueron a uno de los cuartos, Simeone se desnudo ante Larsson, que empezó a hacerle cosquillas en los pies, el Cholo entonces le empezó a chuparle las tetas, los pies, la concha, Larsson le empezó a chupar la pija, entonces empezaron a tener sexo, un movimiento muy fuerte, casi un temblor, un temblor grande, todo se movía, la penetró con furia, con fuerza, con salvajismo.
- Como disfrutamos – dijo el Cholo Simeone.
- Pero más disfrutaré esto – dijo la Sueca Larsson.
- ¡Noooooooooooooooo! – gritó el Cholo, pero ya era tarde, la Sueca tenía en sus manos un arma ninja, la sai, el puñal de tres puntas.
La Sueca se lo clavó en el cuello y asesinó de esa manera al Cholo Simeone.
- Queso – dijo la Sueca Larsson, mientras tiraba el Queso.
(ESTA HISTORIA CONTINUARÁ) |