El Principeso Felipe
Raro en mí, pero estaba reposando mansamente debajo de mi olmo que me da peras sin que se las pida, cuando una voz aguda y chillona taladró mis sensibles oídos…
- Permítame presentarme. Soy el Principeso Felipe II°, hijo de sus excelencias el Rey Ñuton y la Reina Pizpireta, y por ende, heredero al trono…
Abrí un ojo y vi a un diminuto gatito overo. Ya sabía de su existencia, dicen que es mi sobrino.
- Permítame presentarme su ilustrísima, sho soy Salem, amo y dueño de estos tejados y todo lo que lo rodea, y el que os va a sacar a patadas en el tafanario si os animais a romperme las pelotas interrumpiendo mi siesta…
- Es que me ha enviado mi padre, su excelencia el Rey…
- Si, ya sé, el nabo de tu viejo… Ñuton. Se nota que está al pedo y te llena la cabeza con huevadas…
Debo confesar que por un momento casi me conmueve cuando puso carita de triste.
- ¿A qué te mandó el “Rey Ñuton”?
- Me dijo que podríais ocuparte de mi educación, iluminarme sobre los secretos de la vida
- ¿Acaso él no los conoce?
- Pues debéis saber que por sus obligaciones, su excelencia el Rey Ñuton está muy ocupado…
- Seguro… y yo que creí que era porque no soporta a los borregos.
- ¿Aceptais ser mi tutor, o me veré obligado a decirle a su eminencia, el Ilustre Rey Ñuton que os rehusáis? Debo advertiros que podría rodar tu cabeza…
- Acá el único que está cerca de rodar techo abajo sos vos, si seguís haciéndote el nabo y hablando en castizo antiguo…
- Pero es que…
- Un carajo… mientras vos y tu viejo van, yo ya fui y vine setenta veces. Así que decile a tu viejo que lo voy a pensar.
Se fue medio decepcionado, seguramente a alcahuetearle a su padre y regresaría mañana por más.
Tres minutos y diez segundos después, cuando yo ya estaba homenajeando a Morfeo… otra vez esa vocecita
- Dice mi viejo que no seas ortiva y que me banques…
- Ah mirá… a la mierda los modales del principecito.
- Y bueno, mi viejo no me da bola, y me saca de raje cada vez que me acerco porque está con alguna de sus gatas,
- Se entiende. Bien… ¿cuál es tu duda?
- Acá traje una lista de todas… Y sacó un papel con más de setecientas preguntas.
- La primera es ¿cómo nacen los gatitos?
Puta madre, que mal vienen los gatos jóvenes de hoy… ya hacen preguntas de pendejos humanos.
- Bueno, a ver ¿sabés qué es una feromona?
- No
- ¿Y una glándula facial?
- No
- Bien… los gatitos nacen de un repollo.
- ¿Qué es un repollo?
- Ñuton y la puta madre que me parió… dije en voz baja…
- Antiguamente a los gatitos los traía una cigüeña desde París, pero aconteció que en una oportunidad los gatos de la zona estaban con hambre y la cigüeña sirvió de almuerzo ¿se entiende?
- ¿Se la morfaron?
- Así fue nomás…
- ¿Y porqué no se comen al repollo?
- Porque los gatos no somos vegetarianos…
- Ah…
- ¿Alguna otra duda?
- Sí, pero esperá que tacho de la lista la primer pregunta… ¿hay vida después de la muerte?
- Sí, lo que no hay es paciencia…
- ¿Qué es paciencia?
- Te la mostraría, pero ya te dije que ahora no la tengo. Así que se terminó la clase de hoy. Volvé mañana… ciao
Y se fue el pendejito, caminando tranquilo mientras repetía “tengo que conseguir un repollo… tengo que conseguir un repollo…” o moriré virgen.
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