Si a Ud. le apasiona la historia está en el lugar correcto. En cambio si lo que busca son simples chismes históricos déjeme decirle que también eligió el sitio adecuado.
Hasta que sus ojos se posen sobre estas palabras y demás, nuestra ciudad y su historia eran el único y gran secreto al cual jamás había tenido acceso humano alguno.
Nuestra civilización decidió darlo a conocer, luego de una tumultuosa votación, para poner un poco de luz sobre esto, ya que no existe razón valedera para seguir ocultándolo.
Consideramos que aguardamos lo suficiente durante miles y miles de siglos a que la raza humana evolucionase lo suficiente como para revelarles la verdad, o sea la madre de todas las verdades (que viene a ser la única verdad o algo así). Pero no se alegre. Si en las siguientes páginas se le han de revelar casi todas sus dudas existenciales, no se debe a que los humanos hayan evolucionado lo suficiente, sino que habiendo observado minuciosamente a través de los siglos su involución, creemos que si dejamos esto para mañana quizá sea demasiado tarde. Y ya se hayan auto destruido…
Hace muchos pero muchos años, nuestros científicos estudiaron distintas colonias de amebas, y entre todas había una especie que les llamó la atención ya que se organizaban en grupos para atacar a otras amebas y a veces también luchaban entre ellas. Por lo general esos grupos o colonias de amebas seguían a una de ellas, la cual les indicaba lo que debían hacer. Bueno, esta es una característica que los seres humanos aún conservan.
Otras características de estas amebas humanoides era su afán de progreso basado en la envidia y en su tozudez en luchar por el poder, lo cual sumado a su innata violencia eran un caldo de cultivo propicio para su evolución ya que lentamente las otras colonias de amebas iban siendo metódicamente extinguidas. También nuestros cerebros privilegiados notaron que había una diferencia entre las amebas humanoides, como sus colores; las más claritas o pálidas evitaban juntarse con las más oscuras, y las de tono amarillento se reproducían con mayor rapidez.
Tomamos como un desafío entonces el centrar nuestras esperanzas en que en algún momento de su evolución mejorarían, pero como podrá notar más adelante, en esos tiempos nuestra civilización no era tan avanzada ni mucho menos perfecta como ahora, no éramos adivinos.

En términos de tiempos humanos, puedo afirmarles que nosotros los teztlichiuanajatlenses estamos aquí desde siempre, mucho antes de eso que ustedes se empeñan en descubrir y que dan a llamar Big Bang, algo por lo cual desde ya debo pedirles disculpas (ya comprenderán el porqué).
La ubicación de nuestra ciudad es algo estrictamente secreta, por este motivo y en mi calidad de escriba es que no puedo revelarlo y por favor, no insista. Podré decirle dónde hemos estado, pero no donde estaremos dentro de una hora quizá. Esto se debe fundamentalmente a que nuestra avanzada civilización desarrolló una técnica que nos permite en tan solo minutos desarmar nuestra ciudad, trasladarla y armarla nuevamente en otro sitio a veces distante a miles de kilómetros. Como se dará usted cuenta, por todos los medios siempre evitamos que personajes indeseables como usted y sus congéneres lleguen hasta nuestras murallas.
Al relatarle nuestra historia, solo me remitiré a contarle los hechos y costumbres de nuestra civilización avanzadísima, todo otro tema me está totalmente prohibido. Así que lo lamento mucho, o no, pero como suelen decir ustedes: lero leroooo…
Sé que quizá no está creyendo en nada de lo que le estoy contando, pero convengamos que pesa a mi favor el no haberle mentido antes, y si bien es cierto que siempre hay una primera vez para todo, por ahora me creo merecedor de toda su confianza. Créame que me gustaría confiar de la misma forma en usted, pero me es imposible.
Después de todo desde aquella tarde (a las 4:32 p.m. exactamente), cuando luego de dormir una siesta un ser humano se paró por primer vez sobre sus dos patas traseras (empezando así su evolución hacia la “in humanidad”) se han creído tantas cosas ridículas y fantasiosas que una más no les hará ni más ni menos daño. Y es así, si hasta hace no muchos años creían que la Tierra era plana y estaba sostenida sobre el lomo de elefantes… ¿a ninguno se le ocurrió pensar por cual motivo unos elefantes estarían parados allí sobre la nada sosteniéndolos a ustedes?