Hace un tiempo dos criaturas adolescentes de dieciséis y dieciocho años fundiéronse en una bonita relación. Ella, la más joven, era inexperta e inocente aunque pretendiese demostrar lo contrario. Él, todavía sin maldad alguna, queríala desde el primer día que admiró sus bellos ojos. Su amorío duró un breve tiempo con una ruptura en la mitad del transcurso del romance. Ella, sintióse presionada y agobiada por incertidumbres prefirió la diversión con sus amistades. Ya sin lazo alguno que les uniera, cada uno siguió su camino en la tortuosa vida. Hicieron nuevos amigos, conquistaron amores...Quizá él tuvo más suerte. O no. Conoció a una joven viperina con la que ahora mantiene una dura pero cómoda relación, dos años y algo más de duras discusiones. La otra fémina, ha estado con un numeroso porcentaje de amantes en relación a los de él. Todos ellos desembocados en fracaso. Ahora prefiere la soledad a la decepción pues conserva un corazón ardiente de heridas muy profundas que tal vez no cicatricen jamás. De pronto y sin quererlo, reencontráronse. Ella sintió de nuevo el amor que afirmaba estar perdido en la profundidad de su alma. No dijo nada. Él padeció el recuerdo sin proclamarlo. Los dos lo sabían...Queríanse. Nuevamente, a la luz de la luna y al unísono de los pájaros en la madrugada se entregaron a la pasión. Los cálidos besos hiciéronles flotar hasta el pálido cielo que observábales. Sin pausa. Ella, con ahora diecinueve años. Temía la llegada de la amante de Friederich, el excéntrico hombre que cautivó a la joven. Tal era el amor y la entrega que sentía por Friederich que pareció no importarla. Juntos recorrieron el camino de vuelta a casa, para cada segundo para demostrarse su afecto.
Cuando la joven encontrábase en su morada, colmada de alegría, sintió palidecer su alma ante tal situación. Dióse cuenta que Friederich nunca la había olvidado, díjola que la quería en lo más profundo de su corazón pero se relacionaba con otra. Y con ella. Semejante suceso desbordaba su persona.
Conforme pasaban los días, ella no podía olvidar aquel enfermizo beso y comenzó a indagar sobre la enamorada de Fred. Chismorreos que causaron su temor. Dicha joven, de nombre Amber, pertenecía a un pueblecito cercano a la ciudad. De familia no humilde declararon todos las mismas habladurías. Amber era una muchacha de diecisiete años pero con un historial nada inocente. Carácter agresivo y con una larga serie de peleas tras de sí. Ella afirmaba la orden y custodia de Friederich como si de un perro tratárase. Continuaba con un amenaza de muerte a quien osara acercársele. Su familia, ¡Dios mío! con antecedentes penales, transformaban su tiempo de ocio en momentos alucinatorios de drogas, alcohol y camorras. ¿Cómo no iba a estremecer ante esto?
Después de una meditación que duró varios largos días decidióse por buscar un asolución. Él la buscaba sin cesar y ella, a pesar de su pavor, dejábase encontrar. Hasta que un día puso fin a tal locura.
Friederich temía dejar a Amber pues ya era consciente de sus terribles amenazas. Estaba asustado y enamorado de otra pero prefirió el silencio más duro. Parecíale dar poca importancia. Estaba a gusto en su rutina, sucia rutina. La joven cítole para conversar y díjole:
"Ámote con locura, mi joven enamorado. Presiento tu sentimiento tan fuerte como el mío. Eres un cobarde por no admitirlo, debe terminar o de lo contrario verasme bajo tierra muerta de amor. Anhelo con fuerza tus caricias pero hay un poderoso obstáculo entre nosotros. Tu amada. Vos debéis elegir. Siéntome desgraciada por falta de codicia y lucha, pues ríndome ya. No ansío las penumbras que rodean al ser de Amber. Tu cobardía atenúa mi decisión. Si vuelves a mi lado, moriré por la venganza de la malévola arpía. Si no téngote, muero de angustia. Me moriré de todas formas. De hacerlo, que sea con orgullo. No a manos de quien comparte tus besos y caricias. ¿acaso no sabías qué pasaría? Mentiroso...Vos me habéis condenado"
|