Mis hermanos y yo nos pasábamos jugando fuera de casa hasta la última hora de la tarde, cuando ya comenzaba a oscurecer nos íbamos a la salita de nuestra pequeña casa y preparábamos la tarea, después estábamos atentos al paso del tren, que salía resoplando y jadeando de la estación de Matucana, la vía férrea del ferrocarril central cruzaba todo el pueblo, luego tomaba velocidad y al llegar al cruce tocaba el silbato dos pitidos cortos y uno largo, los que arrastraba tras de si en tanto iba alejándose pesadamente para desaparecer al fin, entonces nos íbamos a dormir y el día había terminado.
Papá trabajaba manejando maquinaria pesada y permanecía lejos de casa, cuando podía venir nos sentíamos felices, fue un sábado por la tarde cuando estábamos en el fundo del abuelo Manuel Encarnación, yo jugaba feliz de hallarme cerca de él y fue cuando vi una abeja que luego se metió en un agujero.
Papá exclame ¡una abeja!
Entonces él dijo: déjala en paz y te dejara en paz
Pero yo claro metí el dedo en el agujero, la abeja me pico y el vivo y penetrante dolor casi me dejo aturdido, ya estaba a punto de llorar a moco tendido y de correr a sus brazos, cuando percibí con el rabillo del ojo la amplia sonrisa que asomaba a su rostro, entonces opte por correr detrás de la casa y metí mi mano adolorida en la acequia de agua que corría cristalinamente.
Mi padre vino a tomarme en sus brazos y me dijo que llorara si tenía ganas, mamá salió con un trapo y me vendo el dedo, mientras papá le relataba el episodio, pero la forma en que lo conto resultaba tan cómica que todos nos echamos a reír, al final dijo no se lo impedí porque los chicos manilargos solo aprenden a cuidarse cuando se hacen daño.
Algunas veces papá se hacía afeitar y cortar el pelo en la peluquería y me llevaba consigo, mi progenitor se instalaba en el sillón del barbero que le ponía una funda blanca, mientras la radio de bulbos en forma de catedral daba música y noticias, terminado el corte papá se hallaba de nuevo en pie, fui hacia él y lo tome de la mano y me dio unas palmaditas en la cabeza.
Es su chico don Ricardo pregunto el barbero
Si es uno de mis indios respondió mi progenitor
Me frote orgulloso contra una de sus piernas luego salimos otra vez a la luz del radiante sol.
Mi abuelo David por parte de padre vivía en el Rímac, lo fuimos a visitar y después de almorzar salimos con papá a dar un paseo, nada hay mejor que una sana diversión al aire libre, luego tomamos el autobús y nos dirigimos al estadio nacional para ver al sportin Cristal ser campeón una vez más, pasamos un día entretenido y nos sentíamos felices.
Un día fue toda la familia en un viaje a Tumbes y el valle seco del río Marañón, caminando junto a mi padre había visto muchas veces que las aves diurnas rechazaban a picotazos, a los búhos a causa de su ceguera durante las horas de luz, y me parecieron unas aves tontas con sus ojos enmarcados en un círculo de plumas, tiempo después en la escuela el profesor dijo que los Griegos consideraban tanto al búho, que llegaron a colocarlo como emblema sobre el casco de su diosa Minerva y que representaba la sabiduría, entonces no pude contenerme y solté tal carcajada, que de castigo el maestro me dio de tarea para el día siguiente, que explicara que es la coordinación disyuntiva, adversativa, causal e ilativa y trajera cinco ejemplos de cada uno.
Escribí a papá relatándole lo sucedido y me respondió diciéndome: “no olvides que el estudio debe ser siempre muy importante en tu vida, debes saber que tenemos tu madre y yo cifradas muchas esperanzas en todos ustedes, además tu repites siempre que quieres ser millonario, si no vas a la universidad no lo serás nunca; sabes bien que mamá cree firmemente que la riqueza es una especie de premio, de excelencia que recompensa infaliblemente el trabajo y la instrucción”.
Una noche recuerdo que alguien toco con fuerza la puerta y de haber oído voces agitadas, mamá volvió llorando pues había papá sufrido un accidente de trabajo que fue mortal, algunos familiares vinieron para tratar de consolarnos y acompañarnos toda la noche y todo el día siguiente, después solo recuerdo que caminaba detrás de un vehículo negro y también iba yo vestido del mismo color y cogido de la mano de mis hermanos, tal es la vida de los hombres solo algunas dichas borradas por penas inolvidables, pero era necesario contarlo, diez años más tarde habíamos cambiado nuestro destino gracias a sus consejos.
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