Extraviada y loca, sin razón alguna,
levanté mi copa y brindé por nada.
Apagué el cigarrillo de vanas quimeras,
y armé con oropeles de estúpidos versos,
collares de sueños con el objetivo
de engañar mis horas,
haciendo gala de profanos artilugios
que derrama en mis manos,
el fluir de la vida.
Abrazada al fuego de añejas vivencias
consumidas como la copa y el cigarrillo,
bailé en cordones de veredas impregnadas
de vanas emociones que viviera un día,
con intenso fuego,
de sabor amargo o dulce resabio,
que copié del espejo de un humano escenario,
y plateada de luna, errabunda y loca,
desaté tormentas desafiando ingenios,
esas musas veleidosas que huyen de mi lado,
para que me insuflen sin medida y sin pausa,
mágicos versos de mi andar divagando
por calles inversas, por caminos errados,
sin una brújula que encamine mis pasos,
unos versos de esos que atraviesan la calma,
que vivan por siempre e invadan
tu alma.
María Magdalena Gabetta
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