Así nacemos…

Cuando yo nací el mundo aun era bonito, aunque mi mundo se reducía a cuatro ríos, un par de montañas, el gran Suchitan, el pequeño Culma y aquellos caminos de tierra que recorría en franca armonía con la naturaleza, era mil novecientos cincuenta y la nobleza en la gente era el común denominador en un altruismo bonito de convivencia.

Cuando yo nací, tuve de padre a un narrador soberbio que me narraba cuentos nacidos de quien sabe dónde, pero recuerdo que nos mantenía a mis hermanos y a mi entretenidos oyendo como narraba aventuras sin igual… En mis sueños, las aguas cristalinas de aquellos ríos en los cuales aprendí a nadar, también tenían sirenas, peces de colores, cavernas grandes llenas de murciélagos, ceibas gigantescas… y mucha poesía!

Cuando yo nací la agricultura y la ganadería era lo que predominaba para hacerse la vida, montar a caballo y corretear por aquellas laderas cerca de la poza del cajón era toda una aventura… éramos cinco indocumentados corriendo libres, de cara al sol, la vida no importaba, la niñez era dulce y llena de aventura… ¡Estaba naciendo un cantor!

Cuando yo nací, fui el orgullo de aquella princesa Xinca que se doblo la vida en nueve vidas para luego irse a un cielo desde el que observa cómo nace poesía de aquel niño rubio que hacía preguntas extrañas y que aun sigue siendo un niño de pelo blanco… un niño que llora mucho su ausencia porque la extraña.

Cuando yo nací, la vida me entero de la vida de una manera cruel y despiadada, pues la muerte se llevo a la vida arrancando de mi lado al hombre que mas me amo, pero en su agenda de vida me dejo una marca, fue así como empecé a leerme el historial más hermoso que mortal haya leído y me encontré con el tesoro más grande que Dios pudo haberme dado ¡Un cantar hermoso al lado del mejor de los cantores! ¡Dios!

Cuando yo morí, nació un cantor, un atolondrado muchachito que llego un día a cantar a un panteón su mejor composición, su mejor poesía, su mejor canción y su más grande fe en una sola petición… Y a pesar de que muchos años pasaron, aun te creo, aun guardo la esperanza de que encontrare al pez rojo que hacia milagros y abrazarte de nuevo mi querido viejo y que escuches a este cantor… como narra tu mejor versión!

El colibrí hoy vuela bajo, anda rondando el perfume de una flor, la nota de una canción, el canto de su sirena, el amor de su amada en franca armonía con su naturaleza, con su vida y con sus fantasmas ancestrales que le mueven las alas sin parar.

¡Vuela alto colibrí, agita tus alas y de cara al sol saluda a los que te dieron la vida!

El Guillo.