Doñas y Doños Inhumanos

¡Hola! ¿cómo están Inhumanos míos?

Desde hace miles de años que ustedes escriben sobre nosotros, los gatos, y ahora nos toca a nosotros escribir sobre ustedes.
Solamente lo haremos desde nuestro punto de vista superior y con toda humildad, crítica sana y desparasitada.
Obviamente que lo hacemos también en nombre de casi todos los animales, entre los cuales no incluyo a los perros ni a las urracas calvas, que son lo más parecido a una ameba.
Tanto han escrito sobre nosotros. “El gato con Botas” y hasta un tal Rudyard Kipling que publicó un cuento llamado “El Gato que Caminaba Solo” y a quien ustedes le dieron un premio llamado Nobel... un premio que inventaron ustedes, para premiarse también ustedes mismos, como era de esperarse.
Nos han hecho dioses (eso está bien) y demonios (eso también está bien).
No por nada la civilización Egipcia, constructora de grandes monumentos y pirámides nos adoraba. Y no fue como algunos dicen que se debió a que terminamos con la plaga de ratas y ratones...
No doña, no doño. La verdad es que en un momento de la historia los gatos nos vimos forzados a elegir entre exterminar a una de dos plagas; una era la de los roedores y la otra la de unos seres que caminan sobre sus patas y portan armas. Como para nosotros la principal ley es la del Menor Esfuerzo, decidimos acabar con los ratones, que además son más pequeños. Después de todo los bípedos grandotes nos adorarían, nos alimentarían, y con el correr del tiempo se terminarán matando entre ellos.
En eso están.